Como no podía ser de otra manera, serán los españoles los que exploten el petróleo canario no sólo no reportando ningún beneficio a la sociedad canaria, sino poniendo en riesgo su principal sector económico. Este hecho será apadrinado por un ministro "canario" como Jose Manuel Soria.
Fuente. E.F.Canarias-Semanal. La multinacional española Repsol YPF tiene todo listo para desembarcar en Canarias y comenzar labores de exploración-prospección petrolífera frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura. Según se conocía este martes 24 de enero, la empresa está solamente a la espera de una concesión administrativa que le permita iniciar estas prospecciones. El proyecto de la petrolera para Canarias comenzó a abrirse paso en 2001, cuando el ejecutivo de José María Aznar, con el apoyo de CC, le concedió unos permisos que posteriormente anularía parcialmente el TS por un "defecto de forma". Pero durante estos años la multinacional española -denunciada por delitos ecológicos y violación de DD.HH. en diversos países- no ha cejado jamás en su empeño. Sus "gestiones" se dirigieron primero al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Los dirigentes de este partido no tardaron en abandonar el rechazo frontal al proyecto, útil para la caza de votos en fechas electorales, para intentar vender a la población que lo fundamental era garantizar una explotación petrolífera "no contaminante". Algunos prohombres del PSOE en Canarias, como Jerónimo Saavedra, incluso llegaron a manifestar a la prensa que "si tenemos riqueza debajo de la costa, por qué vamos a decir que no se saque gas o petróleo". Los planes de Repsol, sin embargo, se han visto definitivamente impulsados con la victoria de Mariano Rajoy. El propio Rajoy ya había encargado un informe a las FAES, el think tank que preside José María Aznar, sobre política energética, en el que se apoya la búsqueda de hidrocarburos en el Archipiélago para combatir la dependencia energética. Inmediatamente después de tomar posesión como ministro de Industria, Energía y Turismo, el líder de la derecha española en Canarias, José Manuel Soria, adelantaba su intención de propiciar que esta búsqueda se pusiese en marcha lo antes posible. Este martes, Soria añadía que su Ministerio ya ha iniciado un estudio para determinar si es viable comenzar las prospecciones, si bien el ministro añadía que “no se hará” sin el consenso del Gobierno autónomo y los cabildos de Fuerteventura y Lanzarote.
¿QUIÉN SE BENEFICIARÍA EN NUESTRO ESTATUS COLONIAL DE LA EXTRACCIÓN DE PETRÓLEO CANARIO?
Para intentar vencer las numerosas resistencias que actualmente existen al proyecto de Repsol YPF, sus defensores no dudan a la hora de utilizar las más burdas falacias. Coinciden en la importancia que tendría para Canarias, especialmente afectada por la Crisis económica, disponer de estos importantes recursos. De acuerdo a los cálculos realizados por la compañía petrolera tras sus primeras prospecciones, si se cumplieran sus expectativas Repsol podría llegar a extraer unos mil millones de barriles de crudo en 20 años. Lo que, según los precios del años 2008 supondrían más de 126.000 millones de dólares de beneficio para la empresa española. Y no, obviamente, para los habitantes del Archipiélago. De estos multimillonarios ingresos, la transnacional sólo tendría que pagar al Estado Español alrededor de un 5%, cuya finalidad ni sería necesariamente para el Archipiélago ni podría ser controlada democráticamente para asegurar que revirtiesen en beneficio de la mayoría de la población.
LAS SECUELAS ECONÓMICAS, SANITARIAS Y ECOLÓGICAS DEL PROYECTO DE REPSOL
Pero si solamente los accionistas de Repsol YPF se beneficiarían de la apropiación de los posibles recursos petrolíferos que pudieran albergar las aguas canarias las secuelas ecológicas, económicas y sobre la salud humana de la actividad extractiva sí quedarían en el Archipiélago. Un accidente de grandes magnitudes tendría consecuencias devastadoras para Canarias, toda vez que el archipiélago cuenta con apenas 2 Km. de barreras para proteger sus costas y no existe ningún barco con la capacidad suficiente para absorber un posible vertido de crudo. Los recursos pesqueros de la zona se verían gravemente afectados y la pesca de altura y de otras especies de fondo podría desaparecer. Pero es el sector turístico, del que el Archipiélago tiene una absoluta dependencia, el que en primer término sufriría las consecuencias. En el 2001, la decisión del Ejecutivo de Aznar de conceder los permisos a Repsol bastó para que los turoperadores amenazaran con desviar a sus clientes hacia otros destinos. Y es que no debería resultar difícil comprender que una costa cubierta de alquitrán no es, precisamente, lo que esperan encontrar los millones de turistas de sol y playa que visitan las Islas anualmente. En el caso de no producirse ningún incidente también existirían repercusiones mediomabientales. Se producen gases y subproductos que, al igual que el crudo, son altamente contaminantes. Tras la fase de perforación, por ejemplo, son arrojadas al mar cantidades ingentes de metales pesados y tóxicos -como el Cadmio, el Arsénico, el Cobre o el Mercurio-. Se sabe que la vida desaparece completamente en un radio de 500 metros alrededor del pozo de extracción. Estos minerales son difundidos rápida y profusamente por las corrientes marinas, y sus efectos pueden alcanzar un área de entre 10 y 100 Km2 y persistir durante un mínimo de 9 años. A la difusión de éstas y otras sustancias contaminantes hay que añadir los vertidos y escapes de crudo que se producen de manera constante en todos los pozos de extracción. La contaminación marina por hidrocarburos se produce tanto de manera accidental como intencionalmente, por descargas voluntarias y el lavado de los buques cisterna. Los vertidos de petróleo no solo provocan la muerte de una gran cantidad de especies marinas. El petróleo que cubre la superficie del mar también actúa interrumpiendo la llegada de los rayos solares a los fondos y, por tanto, impidiendo la fotosíntesis del fitoplancton; organismos vegetales microscópicos que constituyen el primer eslabón de la cadena alimenticia de los ecosistemas oceánicos. De esta forma, se pone en peligro el conjunto de la vida marina. Muchos de los hidrocarburos presentes en el crudo, además, son altamente tóxicos para los seres humanos, y pueden provocar cánceres de piel, de pulmón, neumonía, daños renales y hepáticos, descalcificación ósea, etc.