21/2/14

Guanapay, un canario libre para no olvidar.


Juán García Luján. La historia de Faustino Jesús Santana Ramírez y de su compañera de vida Regina Ahumada daría para escribir el guión de varias películas. Un amor que superó fronteras, procesos políticos, encarcelamientos y distancias. Jesús Santana fue un hombre comprometido con su país, en los tiempos en los que el compromiso significaba peligro de muerte, tortura, encarcelamiento o exilio. El pasó por casi todo eso. En 1965 marchó a vivir al Sáhara. Hombre emprendedor montó un negocio de víveres, pero los colonos españoles instalaron un economato y Faustino tuvo que buscar otras ocupaciones. Fue contable de varias empresas.
 En la antigua colonia española las frías noches del desierto eran menos frías con la compañía de la radio. Radio Suiza Internacional, la BBC en español o Radio Exterior de España llegaban con más facilidad al Sáhara que la radio de su país canario. En el otro lado del mundo, Regina, también se había aficionado a las ondas hertzianas. Y hasta su transistor en Chile llegó la voz del locutor que leyó la carta escrita por Faustino: “hombre de las islas canarias dispuesto a comunicarse por correspondencia en castellano con mujer de cualquier parte del mundo.”. Faustino recibió medio centenar de postales de muchos países. Le llamó la atención una con el mapa de Chile “qué país más grande”, y la leyó y la carta de Regina fue la única a la que respondió. Comenzaron a cartearse. Dejaron de hacerlo porque cada uno tenía su propia vida. Pero un par de años después Regina se acordó del canario por las fechas navideñas, y en contra del criterio de algunas amigas, le mandó una postal de felicitación.
 
Jesús leyó la postal con emoción y cierta vergüenza, porque había estado varios años sin escribirle a Regina. Y ahí renació una amistad epistolar que fue creciendo y se transformó en amor. Regina tenía su vida como profesora en Chile. Pero el amor no sabe de vida sedentaria, así que decidieron casarse por poderes. Y después quedaron en Madrid. Regina voló de Santiago de Chile a la capital española y Jesús desde el Sáhara. Se conocieron personalmente en el aeropuerto y fueron a casarse de verdad a una iglesia madrileña. En París acababa de ocurrir el mayo Francés, gritos de la imaginación al poder mientras al sur de los Pirineos Franco dirigía la España una grande y libre con mano de hierro, mientras los demócratas canarios se organizaban en el Movimiento Canarias Libre tras la ejecución de El Corredera. Frente a los tiempos de silencio que se vivía en Canarias, Regina le habló a Jesús del movimiento de la Unidad Popular, de un pueblo que soñaba una revolución alegre al servicio de los pobres. No le costó convencerlo, y el nuevo matrimonio viajó a Chile.

Regina era una militante de la Unidad Popular y compartió la alegría de la victoria de Allende con su amor canario. En medio de los sueños políticos nacía una familia, llegaron tres hijos: Eloy, Pancho y Carlos. Faustino se implicó también eh Chile, y militó en el Movimiento Izquierda Revolucionaria de Chile. Pero llegó el septiembre sangriento de 1973, los tanques patrocinados por Estados Unidos aplastaron la revolución pacífica de Allende. Regina pagó caro su militancia en la UP, fue apresada. Los carabineros querían machacarla y la metieron en una cárcel de hombres. Pero Regina ya había estado antes en la prisión realizando un trabajo social con los reclusos. Los presos la reconocieron y terminaron jugando con ella al pimpom. Los milicos no soportaron la integración de Regina en la cárcel y la dejaron en la calle por la noche, a la hora del toque de queda. Pero al salir, unos pescadores del pueblo de Chañaral la escondieron en una barquilla y allí pasó la noche antes de regresar a casa de su familia, donde la abuela cuidaba de sus hijos.


También detuvieron a Faustino, al militante del MIR le aplicaron una ley de Pinochet que consideraba sospechosos de ser espías a todos los extranjeros que llevaran menos de 10 años en Chile. Mandaron a Jesús a un campo de concentración. Allí se hizo amigo de unos curas españoles. “Es la única vez en mi vida que he dicho que soy español, lo hice para que me trataran mejor cuando estaba detenido”, contó Jesús años después a sus hijos. 
 
En 1974, con Franco todavía vivo, la familia Santana Ahumada regresa a Canarias. Faustino Santana no sabía estarse quieto, no era capaz de vivir en una burbuja ajeno a los problemas sociales y la falta de libertades en su país. Por eso entró en el Movimiento para la Autodeterminación e Independencia de Canarias (MPAIAC). Con 52 años podía haber pasado de su delicado corazón a sus asuntos, a criar los hijos sin complicarse la vida. Pero no era capaz. Algunos lo llamaban el “viejo” porque era uno de los militantes del MPAIC con más edad, aunque su nombre de guerra fue “Guanapay”, como la montaña de Teguise.

Combinaba su vida de contable con la militancia independentista en la clandestinidad. Lo detuvieron en dos ocasiones. La primera vez fue en 1977, lo acusaron de pertenencia a banda armada, no se le imputó ningún delito de sangre, pero los cargos por realizar propaganda independentista y tenencia de banderas de siete estrellas verdes podían salir muy caros. Además Faustino Jesús no se estuvo parado ni en la cárcel. Participó en una huelga de hambre y un motín en Barranco Seco. La reacción del estado fue sacar a los presos de la cárcel canaria y enviarlos a distintas prisiones de la Península Ibérica.  Durante la huelga de hambre Regina llegó a plantarse en la puerta de la cárcel, delante del vehículo del temido director de la prisión, y le pidió que atendiera a los presos en huelga porque peligraba su salud, algunos tuvieron que ser enviados al hospital.

También encontraron la solidaridad de familiares y simpatizantes cuando estuvieron en el centro sanitario. Al ver el respaldo que recibían los militantes independentistas, el gobierno los castigó enviándolos a diferentes cárceles en la Península Ibérica.
Pasó varios meses en la cárcel. Recuperó la libertad. La Ley de Amnistía sirvió para dejar en la calle a los presos políticos a cambio de una amnesia colectiva que libró de sentar en el banquillo de los acusados a todos los miembros del aparato represor de la dictadura franquista. Años después, en septiembre de 1979 volvieron a detener a Guanapay y a doce independentistas más. Los acusaron de pertenecer a los Destacamentos Armados Canarios (una escisión del MPAIAC). Guanapay pasó cinco meses internado en la Enfermería de la cárcel de Barranco Seco porque tenía el corazón delicado (en Chile había sufrido un infarto mientras huía de la policía). En el juicio se demostró que el arma encontrada en su casa fue consecuencia de una trampa protagonizada por un chivato de la policía. 

Preocupado por la defensa de la cultura canaria, fue miembro de la directiva de Solidaridad Canaria, fue su tesorero entre 1979 y 1984. Tras su retirada de la militancia política activa, sus hijos recuerdan que Faustino Santana lamentaba que la bandera de 7 estrellas verdes fuera patrimonializada por muchos de los que persiguieron a los nacionalistas que en durante la dictadura y el posfranquismo (con UCD), los que entienden la patria como un solar en el que se puede especular para aumentar su cuenta corriente.

En la madrugada de este lunes 10 de febrero, el corazón de Faustino Jesús Santana Ramírez se paró para siempre la madrugada de este lunes. Al Tanatorio de las torres se acercaron muchos de sus antiguos camaradas. Sobre el cuerpo de Guanapay una bandera nacional canaria y la añepa que Solidaridad Canaria le habían entregado en un homenaje que le hicieron el pasado 9 de diciembre de 2013. La despedida ha servido para el reencuentro de hombres y mujeres que lucharon por esta tierra.

Guanapay y Regina fueron dos militantes de la vida, dos seres que se sintieron comprometidos con su tiempo y con sus pueblos. Sus nombres no los verán en los textos oficiales de la historia de Canarias y de Chile, ni en los manuales académicos que resumen la trayectoria del nacionalismo canario. Pero la libertad que hoy tenemos tiene mucho que ver con la que no tuvieron ellos, por eso ahora que la vamos perdiendo, en estos tiempos convulsos en los que se van aplastando los derechos por los que ellos lucharon, hace falta volver a recordar su historia de amor y lucha. Si en este país volcánico contáramos con unos cientos militantes dispuestos a entregarse a la batalla contra la dictablanda que vivimos con la honradez y dignidad que Guanapay y Regina combatieron la dictadura, no lo tendrían tan fácil los caciques que hoy ocupan las poltronas que amparan tanta desvergüenza y latrocinio.