Redacción. A finales del 2011 preguntamos a nuestros lectores sobre cuales son a su juicio los efectos más graves de la dependencia en Canarias. Para nuestros ellas y ellos las repercusiones más graves se reflejan en el desarraigo cultural y la escasez de conciencia nacional (40%) seguidos por la desmesurada superpoblación y la masiva e incontrolada arribada de colonos españoles que acaparan el poder en los sectores estratégicos de la sociedad canaria (económico, mediático, educativo, político y cultural). El subdesarrollo económico y el empobrecimiento de la inmensa mayoría de la ciudadanía isleña, la despolitización y la destrucción del medioambiente fueron considerados efectos secundarios de la estructura de dependencia en Canarias. Desde nuestra perspectiva, todas estas cuestiones son de importancia reseñable pero compartimos con la mayoría de nuestros lectores la opinión sobre la vital importancia de contrarrestar la poderosa maquinaria asimiladora del Estado Español y de la Globalización Capitalista. El desarraigo cultural de nuestro pueblo, su acelerada despersonalización suponen un obstáculo de difícil superación si pretendemos que la mayoría del pueblo canario tome conciencia de su realidad nacional, social y política. En consecuencia, parece evidente que sin cambio de pensamiento, sin toma de conciencia de que Canarias es la única patria de los canarios, será como construir un hogar sin cimientos. Una casa en el aire si nuestro objetivo es que nuestra gente comprenda y afronte el estatus colonial y sus efectos. Sin conciencia nacional se dificultará que el canario y la canaria adquiera la debida sensibilización política y social sobre su propia realidad. Es más, para nosotros esto constituye una clave para entender nuestra realidad desde una perspectiva patriótica y de izquierdas; sin un trabajo de base que consolide una cultura y pensamiento autocentrado en este país, nunca seremos capaces de construir un movimiento transformador y revolucionario arraigado a estas peñas del Atlántico africano. Nunca podremos asumir la responsabilidad de transformar estos siete torreones carcelarios, en un bastión de la democracia, el desarrollo sostenible, bienestar y la libertad.