Juan García Luján. Seis meses con un solo anhelo, con un único
pensamiento, regresar a su otro paisito, a Canarias. Una justicia que no es
justicia y que se dilata en el tiempo, que no se pronuncia sobre un recurso
contra un abuso del gobierno español, contra una decisión arbitraria y propia
de regímenes dictatoriales: expulsar a un ciudadano por participar en una
manifestación. Los mismos que mantienen como representantes públicos a más que
sospechos de corruptelas, los mismos que
indultan a policías condenador por torturadores o corruptos con sentencia firme
de cárcel, echan al
ciudadano José Morales cuando todavía no había culminado el periodo de
recursos. Detenerlo al mediodía y meterlo en un avión con las manos amarradas
en un vuelo Tenerife- Madrid y luego Madrid- Uruguay. Arrancándolo del país
donde estaba en situación de legalidad, con permiso de
residencia, con permiso de trabajo, con el arraigo de tener una hija que entonces tenía 5 años y que cumplió
6 años diez días después de la expulsión de su padre.
Todo este cúmulo de abusos fue haciendo mella
en el corazón de José Morales que hace unos 20 días casi dijo “no aguanto más”,
y la depresión acabó afectando a sus arterias y el pasado 19 de noviembre
sufrió un preinfarto y fue ingresado en el hospital de El Salto en Uruguay.
Horas antes había expresado su tristeza en su muro de facebook: “Mucho dolor
junto, este calvario debe de acabar y pronto. Todo lo demás lo soporto pero
esta muerte lenta no, que sea de una vez y al carajo con todo”. En el hospital
estuvo ingresado un tiempo pero ya le dieron el alta. Ayer grabó un mensaje en vídeo de agradecimiento a la gente que le expresó su solidaridad los últimos
días. Este miércoles lo entreviste en La Ventana de Canarias y recordó el
proceso que ha vivido, y volvió a denunciar la injusticia que sufrió y mostrar
sus ganas de volver a Canarias, de ver a su hija y a su gente. Ahora está
pendiente de que le responda su abogado, porque la economía de José no le da ni
para llamarlo cada vez que lo necesita.
Ahora sólo queda esperar que termine de
salir del túnel, que su ánimo no decaiga, y que la justicia haga honor a su
nombre. Cada día que José Morales pasa sin la posibilidad de regresar a
Canarias es un día más que debería avergonzar a los magistrados del TSJC que no
mueven papeles, a esos que salen a la calle cuando les tocan sus salarios pero
luego comparten canapés con los que pisotean leyes y derechos fundamentales
para expulsar con nocturnidad y alevosía a ciudadanos que no han cometido
ningún delito.