19/9/12

Daniel Casal "Le dieron un golpe en la cabeza incluso a una mujer que estaba en silla de rueda"

Entrevista de Canarias-Semanal al estudiante canario Daniel Casal, brutalmente agredido en la protesta estudiantil de Pre-Parados en la inauguración del curso universitario de la ULPGC .   Tuvo que ser ingresado en el Hospital Dr Negrín por un traumatismo craneoencefálico de grado 1.

Canarias-Semanal. Daniel Casal, estudiante de Historia  y militante del Frente Sindical Obrero de Canarias (FSOC), es uno de los jóvenes que salió peor parado de la carga policial que se produjo el pasado miércoles frente al rectorado de la ULPGC. Terminó pasando casi ocho horas en el Hospital Doctor Negrín donde, tras realizarle una resonancia magnética, le diagnosticaron un traumatismo craneoencefálico de grado 1.Lesión que fue resultado del puñetazo en la cabeza que le propinó un agente de la Policía Nacional, cuando salió en defensa de su novia para impedir que la agredieran. Un día después, con una notable jaqueca como secuela del golpe recibido, cuenta a Canarias Semanal cómo sucedieron los hechos. 

NOS ARRASTRARON POR EL SUELO, NOS PATEARON Y NOS PRACTICARON TODO TIPO DE LUXACIONES"

"Junto a los compañeros de Estudiantes Pre Parados, algunos profesores y padres de alumnos, fui al acto de inauguración del curso académico para participar en un concentración de protesta contra los recortes aplicados en  Educación. Cuando me estaba dirigiendo al paraninfo  -recuerda Casal - vi las bombonas de la UIP  a una distancia de unos 70 metros, lo que me hace pensar que tenían prevista la intervención". 

Sin embargo -aclara- "en un principio solo estaban allí policías locales y agentes de seguridad privada. Fue después cuando empezó a venir la Policía Canaria y más tarde llegó una furgoneta de la Nacional. Se bajaron unos veinticinco y, sin mediar palabra, comenzaron a ponerse el material antidisturbios. Formaron una hilera ocupando toda la calles y se dirigieron hacia nosotros". Según narra este estudiante, él y sus compañeros decidieron entonces hacer una sentada. "Esto parece que lo consideraron un gravísimo atentado, porque no sólo nos levantaron, sino que nos arrastraron por el asfalto y empezaron a patearnos, a retorcernos los brazos y a provocarnos  todo tipo de luxaciones".

"INCLUSO A UNA MUJER QUE ESTABA EN SILLA DE RUEDAS LA GOLPEARON EN LA CABEZA"

"La carga policial - dice Casal fue totalmente desmesurada para  una concentración en la que solo se pretendía desplegar una pancarta y lanzar algunas consignas. Que para unos veinticinco estudiantes envíen a tantos antidisturbios me parece una barbaridad".

Daniel denuncia, igualmente, que los agentes no tenían en lugar visible su número de identificación y  se negaron a mostrarlos a quienes lo reclamaron aunque la ley les obliga a ello. Un extremo que confirma Esther Velázquez, una joven licenciada que se encontró con la protesta por casualidad. "A los muchachos - asegura - los arrastraron de mala manera. A mí, que lo estaba viendo todo desde la acera, uno de los policías me dio un golpe con el cuerpo intencionadamente cuando pasó a mi lado. Como pude ver perfectamente quien lo había hecho insistí en que me diera su número de placa. Pero fue inútil. Al final me dio la suya el jefe del operativo, lo que no me sirvió para nada, y además me obligaron a identificarme". Sin embargo, no fue esta testigo la única en comprobar la contundencia de los agentes. "Le dieron un golpe en la cabeza incluso a una mujer que estaba en silla de rueda - dice Daniel Casal - que no sé qué mal podía hacerle  a aquellos armarios empotrados".  "Junto a los compañeros de Estudiantes Pre Parados, algunos profesores y padres de alumnos, fui al acto de inauguración del curso académico para participar en un concentración de protesta contra los recortes aplicados en  Educación. Cuando me estaba dirigiendo al paraninfo  -recuerda Casal - vi las bombonas de la UIP  a una distancia de unos 70 metros, lo que me hace pensar que tenían prevista la intervención". 



"La carga policial - dice Casal fue totalmente desmesurada para  una concentración en la que solo se pretendía desplegar una pancarta y lanzar algunas consignas. Que para unos veinticinco estudiantes envíen a tantos antidisturbios me parece una barbaridad".

   Daniel denuncia, igualmente, que los agentes no tenían en lugar visible su número de identificación y  se negaron a mostrarlos a quienes lo reclamaron aunque la ley les obliga a ello. Un extremo que confirma Esther Velázquez, una joven licenciada que se encontró con la protesta por casualidad. "A los muchachos - asegura - los arrastraron de mala manera. A mí, que lo estaba viendo todo desde la acera, uno de los policías me dio un golpe con el cuerpo intencionadamente cuando pasó a mi lado. Como pude ver perfectamente quien lo había hecho insistí en que me diera su número de placa. Pero fue inútil. Al final me dio la suya el jefe del operativo, lo que no me sirvió para nada, y además me obligaron a identificarme". Sin embargo, no fue esta testigo la única en comprobar la contundencia de los agentes. "Le dieron un golpe en la cabeza incluso a una mujer que estaba en silla de rueda - dice Daniel Casal - que no sé qué mal podía hacerle  a aquellos armarios empotrados". 

Casal relata cómo acabo probando los puños de uno de los policías nacionales."Nos estaban separando a unos de otros y pegando con la habilidad, que desde luego hay que reconocerles, para no dejarnos marcas. En un momento determinado vi que uno de aquellos tipos enormes iba a por mi novia. Lo agarré del brazo y le dije: "si la tocas, cabrón...". "No me dijo ni una palabra. Cerró la mano, me dio una piña a la altura de la sien y volvió a su formación. Luego todo me empezó a dar vueltas, las piernas me flaquearon y caí al suelo redondo. Solo oía voces y notaba la luz del sol dándome en la cara y a los compañeros diciéndome que me levantara".



Hoy, el paso por el servicio de Urgencias y  el hospital solo parece haber aumentado el ímpetu con el que este joven defiende sus convicciones. "Acciones como las del miércoles deben servir para que todos tengan claro con quiénes nos estamos enfrentando. Se trata de cuerpos muy preparados y que saben lo que se hacen". "Como sindicalista - dice - doy por hecho que no será éste el último golpe de las fuerzas represivas del Estado que me llevaré. Pero, desde luego, vamos a seguir adelante".  En lo que se refiere las reivindicaciones estudiantiles Casal se muestra igualmente contundente. "Lo que necesitamos es una gran organización  en la que se impliquen todos los estudiantes. Se requiere una gran unidad. Y que nadie dude ni un momento que vamos a continuar en la lucha. Es lo único que vale la pena". "Lo último que se debe hacer -concluye este combativo joven, que agradece las múltiples muestras de apoyo recibidas en las últimas horas - es doblar la rodilla ante esta gente... ¡Eso ni de coña!".