Entrevista de Canarias-Semanal al estudiante canario Daniel Casal, brutalmente agredido en la protesta estudiantil de Pre-Parados en la inauguración del curso universitario de la ULPGC . Tuvo que ser ingresado en el Hospital Dr Negrín por un traumatismo craneoencefálico de grado 1.
Canarias-Semanal. Daniel Casal, estudiante de Historia y militante del Frente Sindical
Obrero de Canarias (FSOC), es uno de los jóvenes que salió peor parado
de la carga policial que se produjo el pasado miércoles frente al
rectorado de la ULPGC. Terminó pasando casi ocho horas en el
Hospital Doctor Negrín donde, tras realizarle una resonancia
magnética, le diagnosticaron un traumatismo craneoencefálico de grado
1.Lesión que fue resultado del puñetazo en la cabeza que le propinó un
agente de la Policía Nacional, cuando salió en defensa de su novia
para impedir que la agredieran. Un día después, con una notable jaqueca como
secuela del golpe recibido, cuenta a Canarias Semanal cómo
sucedieron los hechos.
NOS ARRASTRARON POR EL SUELO, NOS PATEARON Y NOS PRACTICARON TODO TIPO DE LUXACIONES"
"Junto a los compañeros de Estudiantes Pre Parados, algunos profesores y padres de alumnos, fui al acto de inauguración del curso académico para participar en un concentración de protesta contra los recortes aplicados en Educación. Cuando me estaba dirigiendo al paraninfo -recuerda Casal - vi las bombonas de la UIP a una distancia de unos 70 metros, lo que me hace pensar que tenían prevista la intervención".
Sin embargo -aclara- "en un principio solo estaban allí policías locales y agentes de seguridad privada. Fue después cuando empezó a venir la Policía Canaria y más tarde llegó una furgoneta de la Nacional. Se bajaron unos veinticinco y, sin mediar palabra, comenzaron a ponerse el material antidisturbios. Formaron una hilera ocupando toda la calles y se dirigieron hacia nosotros". Según narra este estudiante, él y sus compañeros decidieron entonces hacer una sentada. "Esto parece que lo consideraron un gravísimo atentado, porque no sólo nos levantaron, sino que nos arrastraron por el asfalto y empezaron a patearnos, a retorcernos los brazos y a provocarnos todo tipo de luxaciones".
"INCLUSO A UNA MUJER QUE ESTABA EN SILLA DE RUEDAS LA GOLPEARON EN LA CABEZA"
"La carga policial - dice Casal - fue totalmente desmesurada para una concentración en la que solo se pretendía desplegar una pancarta y lanzar algunas consignas. Que para unos veinticinco estudiantes envíen a tantos antidisturbios me parece una barbaridad".
Daniel denuncia, igualmente, que los agentes no tenían en lugar visible su número de identificación y se negaron a mostrarlos a quienes lo reclamaron aunque la ley les obliga a ello. Un extremo que confirma Esther Velázquez, una joven licenciada que se encontró con la protesta por casualidad. "A los muchachos - asegura - los arrastraron de mala manera. A mí, que lo estaba viendo todo desde la acera, uno de los policías me dio un golpe con el cuerpo intencionadamente cuando pasó a mi lado. Como pude ver perfectamente quien lo había hecho insistí en que me diera su número de placa. Pero fue inútil. Al final me dio la suya el jefe del operativo, lo que no me sirvió para nada, y además me obligaron a identificarme". Sin embargo, no fue esta testigo la única en comprobar la contundencia de los agentes. "Le dieron un golpe en la cabeza incluso a una mujer que estaba en silla de rueda - dice Daniel Casal - que no sé qué mal podía hacerle a aquellos armarios empotrados". "Junto a
los compañeros de Estudiantes Pre Parados, algunos profesores y
padres de alumnos, fui al acto de inauguración del curso académico para
participar en un concentración de protesta contra los recortes aplicados
en Educación. Cuando me estaba dirigiendo al paraninfo -recuerda Casal - vi las bombonas de la
UIP a una distancia de unos 70 metros, lo que me hace pensar que
tenían prevista la intervención".
"La carga
policial - dice Casal - fue
totalmente desmesurada para una concentración en la que solo se
pretendía desplegar una pancarta y lanzar algunas consignas. Que para unos
veinticinco estudiantes envíen a tantos antidisturbios me parece una
barbaridad".
Daniel denuncia, igualmente, que los agentes no tenían en lugar visible su
número de identificación y se negaron a mostrarlos a quienes lo
reclamaron aunque la ley les obliga a ello. Un extremo que confirma Esther
Velázquez, una joven licenciada que se encontró con la protesta por
casualidad. "A los muchachos - asegura - los
arrastraron de mala manera. A mí, que lo estaba viendo todo desde la acera, uno
de los policías me dio un golpe con el cuerpo intencionadamente cuando pasó a
mi lado. Como pude ver perfectamente quien lo había hecho insistí en que me
diera su número de placa. Pero fue inútil. Al final me dio la suya el jefe del
operativo, lo que no me sirvió para nada, y además me obligaron a
identificarme". Sin embargo, no
fue esta testigo la única en comprobar la contundencia de los agentes. "Le
dieron un golpe en la cabeza incluso a una mujer que estaba en silla de rueda -
dice Daniel Casal - que no sé qué mal podía
hacerle a aquellos armarios empotrados".
Casal relata cómo acabo probando los puños de uno de los policías
nacionales."Nos estaban separando a unos de otros y pegando con la
habilidad, que desde luego hay que reconocerles, para no dejarnos marcas. En un
momento determinado vi que uno de aquellos tipos enormes iba a por mi novia. Lo
agarré del brazo y le dije: "si la tocas, cabrón...". "No me dijo ni una palabra. Cerró la mano, me dio una
piña a la altura de la sien y volvió a su formación. Luego todo me empezó a dar
vueltas, las piernas me flaquearon y caí al suelo redondo. Solo oía voces y
notaba la luz del sol dándome en la cara y a los compañeros diciéndome que me
levantara".
Hoy, el paso
por el servicio de Urgencias y el hospital solo parece haber
aumentado el ímpetu con el que este joven defiende sus convicciones. "Acciones
como las del miércoles deben servir para que todos tengan claro con
quiénes nos estamos enfrentando. Se trata de cuerpos muy preparados y que saben
lo que se hacen". "Como sindicalista - dice - doy
por hecho que no será éste el último golpe de las fuerzas represivas del Estado
que me llevaré. Pero, desde luego, vamos a seguir adelante". En
lo que se refiere las reivindicaciones estudiantiles Casal se
muestra igualmente contundente. "Lo que necesitamos es una
gran organización en la que se impliquen todos los estudiantes. Se
requiere una gran unidad. Y que nadie dude ni un momento que vamos a continuar
en la lucha. Es lo único que vale la pena". "Lo
último que se debe hacer -concluye este combativo joven, que agradece
las múltiples muestras de apoyo recibidas en las últimas horas - es
doblar la rodilla ante esta gente... ¡Eso ni de coña!".