Jorge Bethencourt. Un informe del Instituto Nacional de Estadística establece que los canarios, a
pesar de tener unas de las rentas brutas disponibles más bajas del Estado, son
contribuyentes netos al sistema de financiación autonómica. O lo que es lo
mismo, que pagan más de lo que reciben. O lo que es lo mismo, que hay que darle
una patada en el trasero al que lo firmó. El dato tiene muchas más migas.
Porque es cierto que Canarias recibe fondos a través de otros mecanismos
extraordinarios, en forma de ayudas de Estado o de políticas europeas de apoyo.
Pero asombra que las Islas figuren junto a Madrid y Cataluña, por ejemplo,
entre los territorios que aportan fondos al sistema. Los más pobres pagan más,
como los ricos. Curioso. El crecimiento del PIB en Canarias ha sido, durante
las últimas décadas, asombrosamente alto. Por encima de la media española.
Entre el año 2000 y el año 2009, la renta regional bruta de las Islas creció
3,5 puntos por encima de la renta bruta española. Y uno diría que la cifra es
muy positiva.
Pero en ese mismo periodo, la renta directa de las familias en
Canarias cayó casi diez puntos, desde el 94,8% al 86,2% en referencia a la
renta media española. Es decir, que mientras la riqueza se hacía mayor en las
Islas, las familias canarias se hacían más pobres. Hay inversiones de capital
en Canarias que extraen rentas de sus actividades (en el turismo, por ejemplo)
y lo mismo ocurrió durante el boom inmobiliario asociado al turismo. Pero eso
por sí solo no justifica la enorme contradicción de una economía que vivió
décadas de expansión sin que se reflejase en la misma proporción en la riqueza
de sus empresas y ciudadanos. Hoy, la renta disponible bruta de cada canario se
encuentra a la cola del Estado. Concretamente solo por delante de Andalucía,
Extremadura y Murcia. Todos estos datos serían suficientes para que nos
replanteáramos muchas cosas en el modelo de economía y de fiscalidad del que
hemos vivido en Canarias en los últimos años. Pero no es así. Las propuestas
que existen hoy para la modificación de nuestro REF vienen a ser más de lo
mismo. Como si todo lo que ha pasado hasta hoy estuviera bien. Como si esta
tierra no hubiera naufragado en el proyecto de hacer más eficiente su actividad
económica. Como si, año tras año, en los mejores tiempos de crecimiento, no
hubiera aumentado de forma preocupante la brecha de la renta que queda en las
manos de trabajadores y pymes canarias y la brecha que nos separa de la media
de riqueza -léase bienestar- de nuestros conciudadanos. La crónica de nuestro
fracaso -expresada en cifras de paro terroríficas- sigue ahí escrita en el
aire, desvanecida e inane en una sociedad dormida.