Interesante artículo de opinión de Josemi Martín (Tamaimos.com) donde reflexiona sobre la reciente propuesta de Román Rodríguez de un 'frente canario' apartidista para hacer frente al trato vejatorio creciente de Madrid con nuestro país. El incremento del hambre y la miseria de nuestro pueblo merece, al menos, pensar las cosas dos veces.
Josemi Martín. Tamaimos.com. Como a Paulino Rivero ni se le ocurre
ejercer nada parecido al liderazgo -algo incompatible por lo visto con asistir
al Desfile de las Fuerzas Armadas el Día de la Hispanidad- ha tenido que ser a
Román Rodríguez a quien se le ocurra. La gravísima situación en la que se halla
sumergida Canarias, junto con los severos ataques emprendidos por el Gobierno
de España contra las islas, hace necesaria, para el político grancanario, la constitución
de un frente común en defensa de los intereses de Canarias. Esta “reacción cívica pero contundente para reclamar un
trato justo” consistiría, a grandes rasgos, en lo siguiente: la creación de un
frente canario “al margen de partidismos”, formado por “empresarios,
sindicatos, trabajadores, organizaciones económicas, culturales y sociales,
colectivos profesionales y por partidos políticos.”
El Gobierno
de España, léase el Partido Popular, al igual que hiciera el PSOE en su día,
sigue sin cumplir el R.E.F. en lo que hace a la necesaria inversión del Estado
en las islas. Reza el artículo 96:
“En cada ejercicio, el Programa de Inversiones Públicas que se ejecute en
Canarias se distribuirá entre el Estado y la Comunidad Autónoma de tal modo que
las inversiones estatales no sean inferiores al promedio que corresponda para
el conjunto de las Comunidades Autónomas, excluidas de este cómputo las
inversiones que compensen del hecho insular.” Jamás se ha cumplido y este año
que viene no será una excepción. La inversión
estatal descenderá un 5’98 % este año en las islas, suponiendo un total de
269’54 millones de euros. Per cápita, esto significa que el canario
recibirá 127 euros de inversión estatal frente a los 230 euros que recibirá el
ciudadano español de las Españas. El diferencial entre la inversión en Canarias
y la media estatal asciende ya a casi 800 millones de euros. A semejante atraco
a mano armada, lo llama el sucursalista Partido Popular en Canarias “acercarnos a la
media estatal”, no porque suba la inversión en Canarias, que no
sube, sino porque baja en todo el Estado. ¡Fuerte cara más grande! Nos mean y
dicen que llueve.
Dejando
aparte, que ya es mucho dejar, el farragoso tema de las cifras, ayuda a dibujar
el “big picture”, que dicen los sajones, incluir en este somero análisis las
constantes sinvergüencerías de José Manuel Soria, el cual se ha propuesto
aplicar una política de tierra quemada habida cuenta de su incapacidad de
lograr el gobierno en Canarias. Como ejemplo, el asunto de las
energías renovables, que no son merecedoras de inversión estatal en
estas peñas africanas pero sí en América Latina por un montante de 9’6 millones
de euros. O la eliminación
de la subvención a la desalinización de agua en Canarias, que como
todos sabemos es un tema que a nadie afecta en Canarias pero que en Ceuta y
Melilla es importantísimo. El ninguneo a la
sociedad canaria en el asunto de las prospecciones petrolíferas.
Otrosí, el ataque a la presunción de inocencia de los canarios que, certificado
de residencia en mano, son sospechosos de
fraude, mientras no se demuestre lo contrario. ¿No sería más
sencillo y efectivo establecer una razonable subvención fija por trayecto -sólo
para la clase turista- forzando a que las aerolíneas tuvieran que competir para
dar los precios más bajos? Suma y sigue, el evidente retroceso del autogobierno
que supone el rescate que
el Gobierno canario ha solicitado al Gobierno español. Por no acudir a los
bancos, se acepta la oferta estatal que incluye a los famosos “hombres de
negro” para hacernos algo parecido a lo que Alemania hace con España.
¿Volveremos pronto a la época en que hasta el título de Bachiller venía de
Madrid merced al pago de 3.500 pesetas en papel de Estado? De telón de fondo,
los monstruosos recortes en Sanidad y Educación y las inefectivas políticas de
empleo, cada vez menos activas. Y, por encima, cual deus ex machina que en vez
de desfacer entuertos no se entera de nada, el Gobierno de Canarias, timorato,
endeble, sin pegada ni arrestos.
La propuesta
ha causado cierto revuelo. Desde las filas de la izquierda
extrainstitucional se la ataca por mezclar machos y carneros.
Sin embargo, no he leído en ningún momento que Román Rodríguez proponga a gente
como “Plasencia, Santana Cazorla, Lopesan, Ambrosio Jiménez” para formar parte
de dicho frente, aunque sí se hable explícitamente de “empresarios” al igual
que de “sindicatos”, etc. ¿Por qué cuando se usa la palabra “empresarios” en
Canarias no se piensa también en los dueños de comercios, pequeños
importadores, autónomos, emprendedores, etc.? Esta gente es mayoría en el
tejido empresarial canario, sin embargo, parece que conviniera más asirse al
cliché del empresario vampiro chupasangres -que también existe- antes que
hablar de la sociedad canaria realmente existente. ¿Ninguneamos entonces a esta
mayoría empresarial? Roque Aguayro,
partido poco sospechoso de actuar de correveidile de Román Rodríguez, apoya
públicamente la iniciativa.Comentaristas y opinadores varios
la suscriben con
matices o la denuestan pero no permanecen indiferentes. A uno se le antoja que
el problema remite a una cuestión bien sencilla: ¿existen intereses compartidos
que atraviesen toda la sociedad canaria y que merezcan una respuesta amplia y
no sólo sectorial? O, por ejemplo, ¿sindicatos, usuarios de los servicios públicos,
empresarios (pequeños, medianos y grandes), ciudadanía en general, viven
enfrentados permanentemente condenados a devorar o ser devorados en una farsa
de la lucha de clases?
Para mí es
evidente que las diferencias sociales dan lugar a intereses propios, objetivos,
que en numerosas ocasiones tienen al conflicto social como respuesta. Bien está
que así sea, el mundo nunca será perfecto. En este sentido, es una buena
noticia la convocatoria de Huelga Nacional y Popular Canaria para
el próximo 14 de noviembre. Es muy necesaria: contra el Gobierno de España y el
de Canarias. Sin embargo, me resisto a creer que, en paralelo, sectores amplios
de la sociedad -verdaderamente amplios, más allá de los militantes de tal o
cual organización- no compartan intereses de ningún tipo. ¿Acaso no interesa a
toda Canarias -las siete islas- pelear por que se mantengan las subvenciones a
la desalinización o es exclusivamente una cuestión de cuatro empresarios marrulleros?
¿Sólo interesa a cuatro hippies ecologistas que las energías renovables sean
apoyadas públicamente en Canarias y no sólo en América Latina? ¿No conviene a
toda Canarias exigir un trato de respeto, de igual a igual en el marco del
Estado, mientras estemos en él? ¿Cuanto peor, mejor? ¿Para quién? ¿Deben las
organizaciones políticas estar al servicio de la gente o al revés? Aquí les
dejo estas preguntas para que las respondan como mejor consideren, si así les
place. En mi opinión, se le presenta a la sociedad canaria una excelente
oportunidad de demostrar su madurez: defender sin miedo su autogobierno y el
bienestar alcanzado y por alcanzar frente a quien lo quiere destruir
tratándonos como una posesión de ultramar que sólo mereciera las migajas sobrantes
de su festín de AVEs, expos, aeropuertos fantasma, ciudades de la maravilla,… y
demás patujadas.