Arcadio Díaz Tejera (PSOE) es un ejemplo de como hemos domesticado al canario. Ayer era comunista y hoy besa nuestra bandera. |
El
primer paso fue elaborar un Estatuto de Autonomía y un sistema electoral
adecuado para evitar riesgos. Un estatuto que evitó cualquier referéndum y que
tenía por objetivo integrar Canarias en España con la mayor normalidad. La ley
electoral nos garantizaría el control de las instituciones canarias dando el
mayor beneficio a las élites insulares de toda la vida que tan fieles nos han
sido. Tengamos en cuenta la irresponsabilidad y egoísmo del populacho, del canario medio. En especial
las masas sociales urbanas de cambio político impredecible que hoy votan a la
derecha y mañana a la izquierda radical, o lo que es peor, al independentismo.
Así ocurrió con PCU y UPC, pero por suerte enterramos esas amenazas desafectas
a España. En este frente antiseparatista nos unimos con una izquierda
responsable y española que supo extirpar el cáncer en las Islas.
Pero con un diseño institucional y legal
adecuado no era suficiente ya que además prometimos que sería temporal, aunque
ya sólo lo discuten los partidos opositores y de manera anecdótica. Por consiguiente debíamos desplegar una campaña de asimilación hacia el vulgo insular. Para garantizar
nuestra solidez en el territorio incentivamos la emigración de paisanos peninsulares
que nos garantizaran el apoyo necesario y el control de los sectores
estratégicos: militar, policial, educativo, comunicativo y político.
Pero el mayor esfuerzo fue desarrollar las
Canarias. Hay que reconocer que las islas a finales de los setenta era el
tercer mundo. Las carestías se extendían a todos los ámbitos de la vida lo que
facilitaba un populacho abierta a ideas subversivas y separatistas. Así, desde el
Estado decidimos invertir cantidades económicas importantes para crear una
clase media a través de un funcionariado ligado al sector sanitario y educativo
así como institucional del gobierno regional. Durante los ochenta y los noventa
desarrollamos en las Canarias una mejora de vida que equiparó canarios con españoles
económicamente. Por suerte, un pueblo acostumbrado al hambre se conforma con
poco y con unos índices de pobreza de los más bajos del Estado era más que
suficiente para alejarlos de toda veleidad nacionalista.
Paulino Rivero (CC) es el prototipo de canario fiel. Un nacionalista que muestra en público su afecto a España junto a su esposa (peninsular) que luce un traje con peineta típicamente española. |
Sin embargo, el
arraigo nacionalista persistía entre amplios sectores sociales y esto había que
aplacarlo de alguna manera. Por suerte un partido tapón fue la mejor salida,
así creamos Coalición Canaria, un partido español con gente de confianza, que
adoptaría el discurso y los modos de un nacionalismo moderado que encauzaría hacía
la moderación y la aceptación del constitucionalismo y la españolidad de las
islas por parte de esos sectores. Así, hicimos entender que se podía ser
nacionalista canario siendo español, una idea que afortunadamente ha tenido
éxito en las Islas. Los sectores más radicales no fueron capaces de responder a
esta magnífica iniciativa, por suerte están más ocupados enfrentándose entre
ellos mismos.
Por fortuna los canarios prefieren la
seguridad que les brindamos y nuestras
subvenciones que una independencia incierta que les obligaba a tomar unas
responsabilidades de mando que no conocen. Al fin y al cabo es un pueblo
acostumbrado a siglos de tutela peninsular que apenas conoce el liderazgo, lo
que explica sin duda su vida tranquila y aplatanada. A cambio de nuestra tutela
el canario accedió a entregar y eliminar paulatinamente todos sus sectores
estratégicos, estrategia que hemos mantenido hasta hoy con notable éxito. Con
el predominio del sector servicios y el desmantelamiento de toda autoproducción
nos garantizamos una dependencia real en todos los órdenes.
Por
último tampoco hay que desdeñar la asimilación del pueblo canario fomentando su
absorción por el pueblo español mediante la aculturización, el mestizaje y la
reducción de la cultura canaria al folclore. Lograremos así que piensen y
sientan como españoles a pesar de vivir en Canarias, como ya hacen muchos, nos
ganaremos así su alma, garantizándonos el servicio instintivo a nuestros
intereses.
Godofredo Matamoros