Caperucita y el logo feroz. Fue
durante los años de la transición política española cuando leí por primera vez
“Canarios sí, pero sin jaula”. Encabezaba adhesivos y carteles distribuidos en
farolas y paredes, a lo largo de la calle Heraclio Sánchez. La vía que va a dar
directamente a una de las entradas del edificio de la Universidad de La Laguna.
Entre tanta profusión de siglas y organizaciones políticas, que por entonces
competían para ocupar un espacio en la mente de los ciudadanos, estas cinco
palabras calaron en una gran parte de la población. La prueba es que hoy el
concepto sigue estando vigente. Las redes sociales dan buena prueba de
ello. No sé quién creó el titular, pero fue muy acertado. En
aquellos años un incipiente independentismo canario comenzaba a despertar, con
emisiones de radio desde Argelia que se escuchaban en el archipiélago. Que
fuese desde este enclave del continente africano no era una casualidad. La
independencia de este territorio fue singular y su gobierno acogía a líderes
secesionistas dándoles apoyo logístico. Argelia también sirvió como modelo a
ETA para llevar adelante su proyecto separatista.
Son tantas las interpretaciones asociadas a la libertad, que la
frase está justificada en cualquier parcela, bien sea la social, económica,
política o intelectual, por ejemplo. Y ciñéndome a una de ellas, concretamente
a la intelectual, me gustaría recordar a tres grandes canarios que salieron de
su jaula y volaron muy lejos. Uno de ellos fue el tinerfeño José de Anchieta,
fundador de Sao Paulo en Brasil. Cuando la Universidad de La Laguna aún no
existía partió a Portugal y estudió en Coimbra. Lo anecdótico es que muchos
canarios ignoran este hecho. O que los propios brasileños de Sao Paulo creen
que el misionero era portugués, porque para ellos es como si hubiese nacido en
Portugal. Otro ilustre fue el gran canario Juan Negrín, pero no por su
faceta política durante la II República, como es conocido, sino como médico e
investigador en el campo de la fisiología, una labor que se vio truncada a raíz
de la Guerra Civil Española y la posterior dictadura. El premio Nobel Severo
Ochoa fue uno de los discípulos que se formó con él. Y por último el palmero
Valeriano Fernández Ferraz, doctor en Filología Clásica por la Universidad
Central de Madrid. Fue uno de los grandes impulsores del Krausismo en Costa Rica, haciendo posible que la
enseñanza media creciera con él en ese país. También allí “el doctor Ferraz” es
más admirado y valorado que en Canarias.
Después de la pérdida de Filipinas y Cuba, en Madrid estaban
muy tranquilos porque en Canarias no iba a suceder lo mismo. Dos provincias que
mantenían un pleito insular era un motivo de desunión muy
tranquilizador para quienes gobernaban a dos mil kilómetros de distancia.
El pleito existe actualmente y, por conveniencia, se mantiene. Y los medios de
comunicación lo avivan.
Las connotaciones de “sin jaula” son amplias. La primera, la más
importante, comienza por tomar conciencia de lo que somos, lo que queremos y lo
que deseamos conseguir en el futuro. Si los tres canarios descritos hubiesen
vertido sus esfuerzos humanísticos, científicos y pedagógicos en esta tierra,
hoy seríamos muy grandes. Y esto solo son tres ejemplos. Hay muchos más. Pero
la falta de conciencia nacional y el pleito insular son dos grandes lastres que
se han de eliminar. Eso sí, como condición sine
qua non si se
desea alcanzar otra meta más ambiciosa.