Excelente artículo de Cristobal García Vera sobre la dependencia extrema de Canarias del
exterior sobretodo en una cuestión tan vital como la alimentaria. Dicen que con
la independencia ‘nos moriríamos de hambre’, pues con esta dependencia tan
radical como un día nos falle unos barquitos nos vamos a comer unos a otros…
En estos contenedores llega el 92% de lo que comemos (Puerto de la Luz) |
Cristobal García Vera. Canarias
importa el 92% de los alimentos de consumo básico que la población requiere
para su subsistencia diaria. Este preocupante dato era recordado esta misma
semana por la prensa local. Y, como sucede cada cierto tiempo sin que ello
tenga ninguna consecuencia práctica, no han faltado las declaraciones de
algunos políticos institucionales sobre el enorme peligro que esta dependencia
alimentaria supone para las Islas. El consejero insular de Agricultura,
Ganadería y Pesca del Cabildo de Tenerife, José Joaquín Bethencourt, por
ejemplo, calificó este riesgo como absolutamente "suicida". Mientras,
medios que hasta hace bien poco ridiculizaban a quienes se atrevían a alertar
sobre los catastróficos efectos que una situación de desabastecimiento provocaría
en el Archipiélago descubrían, repentinamente, esta amenaza.
La
dependencia alimentaria de Canarias, sin embargo, está lejos de ser un hecho
novedoso y, en términos porcentuales, se sitúa en torno al 90% desde hace años.
A nivel internacional, esta realidad es resultado de la imposición de un modelo
agroalimentario exportador controlado por un pequeño puñado de multinacionales
que dominan el comercio de granos y la producción y distribución de semillas,
herbicidas y fertilizantes. La situación particular del Archipiélago, no
obstante, es también responsabilidad de una casta política que, pese a
legitimarse ante la población por su supuesta defensa de la canariedad,
estrangula la producción autóctona y subvenciona el negocio de la importación.
EL
VERDADERO SENTIDO DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA. MÁS ALLÁ DE LOS HUERTOS URBANOS
Recogida de papas en Los Realejos |
"¿Cómo podría alcanzarse la soberanía alimentaria en sociedades como la canaria, con más de 2 millones de habitantes, sin poner a disposición de la colectividad las grandes extensiones de tierra dedicadas al negocio de la exportación o la construcción descontrolada?"
Con el
estallido de la crisis económica se ha producido un aumento sustancial de la
conciencia ciudadana en torno a la debacle que se produciría en las Islas si
cualquier tipo de acontecimiento externo paralizase los suministros que impiden
que muramos de hambre. Así como sobre el efecto igualmente crítico que tendrá
en Canarias el incremento de los precios de todos los productos importados como
consecuencia del inminente cénit de la producción mundial de petróleo y gas
natural, que repercutirá en los costes de transporte de mercancías.
Paralelamente,
un concepto acuñado en los países superexplotados de la periferia capitalista,
la "soberanía alimentaria", comenzaba a hacerse común en el discurso
de diversas organizaciones ecologistas y sociales de las Islas. La soberanía
alimentaria, que incide en la necesidad de priorizar la producción para el
consumo doméstico, es la forma en la que a partir de la última década del
pasado siglo XX se manifestó la vieja reclamación de los pueblos de poder
controlar sus recursos naturales y definir políticas agrícolas y pesqueras que
garanticen su supervivencia y sean ecológicamente sostenibles.
En ese
contexto histórico, la reivindicación de la “soberanía alimentaria” surgió como
reacción a los devastadores efectos provocados en la mayor parte del planeta
por el modelo agrícola industrial potenciado por la FAO. En plena fiebre
neoliberal, las empresas transnacionales del sector y las grandes potencias que
las respaldan lograron imponer la apertura de los mercados de los países del
Tercer Mundo, para inundarlos más tarde con sus productos subvencionados. Al
tiempo, utilizaron organizaciones como el FMI, el BM y la Organización Mundial
del Comercio para conminar a estos países a reconvertir sus tierras de cultivo
dedicándolas a la agricultura industrial de exportación. Como consecuencia,
millones de personas se vieron obligadas a dejar el campo, sumándose al resto
de excluidos que malviven en las ‘villas miseria’ de las grandes urbes de las
naciones subdesarrolladas por éstas y otras políticas neocoloniales.
En estos
países, por tanto, el reclamo de esa parcela básica de soberanía ha estado
asociado a la lucha tradicional por la reforma agraria y la reapropiación de
las riquezas naturales por parte de las comunidades. En su trasvase a los
naciones del llamado Primer Mundo, sin embargo, el concepto de soberanía
alimentaria se ha desprovisto, en la mayoría de los casos, de este contenido
político revolucionario, dando lugar a una práctica perfectamente asumible por
el sistema e incapaz de responder a las propias expectativas que genera. Lejos
de organizarse políticamente con la finalidad de conquistar una redistribución
justa de la tierra o el agua, lo que implica necesariamente enfrentar a los
poderes económicos dominantes y el Estado que los ampara, los defensores
occidentales de la soberanía alimentaria suelen centrar sus esfuerzos en el
aprovechamiento de los espacios residuales aún no conquistados por el mercado
capitalista. La expresión más conocida de esta práctica es el desarrollo de los
llamados huertos urbanos en sus diversas modalidades. Experiencias que, aun
pudiendo proporcionar una salida existencial a grupos reducidos y mostrar que
otro tipo de agricultura es posible, dejan intacto el problema esencial. ¿Cómo
podría alcanzarse la soberanía alimentaria en sociedades como la canaria, con
más de 2 millones de habitantes, sin poner a disposición de la colectividad las
grandes extensiones de tierra dedicadas al negocio de la exportación o la
construcción descontrolada?
¿TOMAR
LAS SOBRAS O RECLAMAR LAS RIQUEZAS COLECTIVAS?
La destrucción de las vegas agrícolas es otro factor que fomenta nuestra dependencia alimentaria. Tamaraceite hoy. |
"Canarias solo tiene cultivada actualmente el 10% de su superficie.La agricultura y ganadería de supervivencia ha sido finiquitada. Se trata de un conglomerado económico que concentra en manos de una pequeña minoría la mayor parte de los recursos del Archipiélago. Esto convierte en quimérica cualquier reclamación de soberanía alimentaria no integrada en un proyecto político que reclame también la propiedad colectiva de las riquezas básicas de Canarias."
Canarias,
con un modelo económico del pelotazo construido a partir de los años 70 sobre
los pies de barro del ladrillo y el turismo, solo tiene cultivada actualmente
el 10% de su superficie. La agricultura y ganadería de supervivencia, que
durante siglos fue una válvula de escape para paliar la secular miseria de la
población isleña, ha sido prácticamente finiquitada. Y, según denuncian de
forma reiterada los portavoces de los agricultores y ganaderos que aún producen
para el consumo interno, el Gobierno regional no sólo no les ofrece ningún tipo
de apoyo, sino que atenta contra su subsistencia subvencionando las
importaciones de productos que ellos podrían proporcionar a los mercados del
Archipiélago. Entre los beneficiarios de este modelo –sostenido hasta el
momento gracias a las ya menguantes subvenciones de la UE – se encuentran
también los grandes propietarios de terrenos dedicados a cultivos de
exportación como el plátano o el tomate.
Se trata,
en su conjunto, de un conglomerado económico que concentra en manos de una
pequeña minoría la mayor parte de los recursos del Archipiélago y aquellos que
llegan desde el exterior. Una realidad ineludible que convierte en quimérica
cualquier reclamación de soberanía alimentaria no integrada en un proyecto
político que reclame también la propiedad colectiva de las riquezas básicas de
Canarias. Avanzar hacia ese objetivo, desde luego, requeriría desarrollar un
nivel de organización popular muy alejado del que existe actualmente en las
Islas. El gran reto que hoy se presenta como imprescindible para superar no
sólo la dependencia alimentaria sino una situación de emergencia social sin
salida dentro del sistema capitalista. Pero en eso consiste, precisamente, la
vieja lucha de los pueblos por su soberanía.
Para profundizar en la Agricultura ecológica y tradicional canaria les recomendamos esta magnífica entrevista al estudiante de Ingeniería Agrícola David Cabrera García en el programa palmero de 'El Sirinoque'.
Para profundizar en la Agricultura ecológica y tradicional canaria les recomendamos esta magnífica entrevista al estudiante de Ingeniería Agrícola David Cabrera García en el programa palmero de 'El Sirinoque'.