El
polifacético artista palmero aboga, como su viejo amigo Cesar Manrique, por lograr un equilibro entre naturaleza y
desarrollo urbanístico. Cree que La Palma 'aún tiene la oportunidad de
salvarse'.
Esther R. Medina. La PalmaAhora. No
se opone al progreso ni a la generación de riqueza en La Palma, pero defiende
con vehemencia, al igual que hiciera el desaparecido César Manrique en
Lanzarote, “un equilibrio entre la naturaleza y el desarrollo urbanístico”. El
artista Luis Morera impulsa un movimiento ciudadano que tiene como objetivo
primordial “salvaguardar la identidad y pureza de La Palma frente a la
especulación”. “Los políticos le han dado la espalda al pueblo y ahora nosotros
tenemos que coger las riendas porque la Isla necesita ponerse las pilas y
entrar en una nueva era”. “Éste es un proyecto
al margen de la política y abierto a las personas que viven en este territorio
y que quieren disfrutarlo pero también dejarlo en herencia a las futuras
generaciones”, explica.
La
Palma, sostiene, “es un diamante enorme que tiene todavía la gran oportunidad
de salvarse de la especulación; César Manrique intentó poner freno al
crecimiento turístico indiscriminado en Lanzarote, pero la muerte le impidió
continuar su lucha”. La crisis, para este polifacético creador, tiene una parte
positiva. “Ha logrado frenar la avalancha de construcción desmesurada, la
masificación, el desenfreno que se impuso en la época de abundancia”, dice. “Al
haberse quedado aletargada en el contexto regional, ahora es el momento de que
La Palma deje de copiar los modelos erróneos de Tenerife y Gran Canaria que la
han vulgarizado y le han hecho un gran daño ”, insiste.
Morera
tiene claro que hay que apostar por recuperar “los valores culturales que hemos
heredado los palmeros” y “huir de ese modelo terrible de masificación y vulgaridad
reinventándonos a través de un movimiento ciudadano”. “Este es un pueblo con un
potencial creativo enorme que está desapareciendo porque los políticos no han
sabido encauzar”, afirma. “Ante tantas barbaridades y dejadez, abogamos por una
isla que conserve su patrimonio natural y cultural, y con eso no queremos decir
que no se debe construir; hay que hacerlo, pero de otra manera, con armonía y
sin masificaciones”.
Luis
Morera, que lleva más de 40 años cantando a la majestuosa naturaleza de La
Palma y defendiendo sus raíces culturales, cree que ha llegado el momento de
que “el pueblo se movilice y alce su voz contra la especulación”. Los palmeros,
resalta, “son los que tienen que proteger la Isla y elegir el modelo de
desarrollo, porque los políticos, ahora se está demostrando, con algunas
excepciones, lo que les interesa es lucrarse”. El movimiento que impulsa,
resume, se sustenta “en la unión del ciudadano al margen de la clase política”.
Advierte
que el patrimonio natural de La Palma, si no se toman medidas, corre “serias
amenazas”. “El palmero está embriagado con tanta belleza y no se da cuenta de
que hay que salvar a la Isla e impedir que siga el camino de Tenerife y Gran
Canaria”. “Debemos movilizar a los ciudadanos para que defiendan la belleza del
paisaje insular como un don”, propone.
Los
políticos que han gobernado La Palma, en su opinión, le han hecho “un daño
tremendo”. Se muestra indignado con la ubicación de la central eléctrica de Los
Guinchos, unas instalaciones que han impedido “el desarrollo armonioso de un
lugar privilegiado y que, además, generan una polución que tiene que soportar
la población de Las Breñas”. Rechaza asimismo la localización del polígono
industrial de Los Guinchos o “la trama urbanística que va desde La Recova
hasta el campo del Mensajero”, en Santa Cruz de La Palma, a la que califica de
“despropósito”. Tampoco aprueba, por otro lado, la política turística. “Ha sido
un fracaso, y ahora debemos aprovechar ese fracaso para coger las riendas y
entrar en un modelo nuevo, en una nueva ilusión porque la Isla tiene todavía
una oportunidad”, asegura. De los campos de golf no quiere ni oír hablar. “El
turismo de pelotita es estúpido y no encaja en esta Isla; es pan para hoy y
hambre para mañana”, apunta.
Luis
Morera está realmente ilusionado con esta iniciativa ciudadana que aún se
encuentra en proceso de gestación. “Yo no quiero ser líder porque no creo en el
liderazgo sino en la comunidad, en la participación de todos”, aclara. “Hay ya
mucha gente entusiasmada con esta idea y estamos diseñando proyectos que sirvan
de experiencia piloto”, adelanta. “A este movimiento se pueden sumar todas las
personas que amen de verdad a la Isla y que quieran defenderla, y esperamos,
con el tiempo, que surja una nueva generación de políticos, dotada de una mayor
sensibilidad, que no le dé la espalada al pueblo y que tenga otra manera de
hacer las cosas” porque, concluye, “sin cultura se impone la ignorancia y
la especulación”.