7/9/10

La violación de Tirma y Tamadaba en marcha

Es uno de los mayores atentados ecológicos a gran escala que se están ejecutando en el país, y sin embargo, ha sido aceptado por parte de la sociedad canaria con una normalidad preocupante.




Hablamos de un terrorismo medioambiental que utiliza a ciudadanos como escudos humanos. Nos referimos a la instrumentalización de las necesidades de la población del municipio grancanario de La Aldea por parte de los especuladores del suelo. Una población que padece graves carencias infraestructurales sobre todo en lo que respecta a aspectos básicos como el sanitario y las comunicaciones. Por suerte, graves agresiones como Tindaya y Granadilla propician una importante resistencia ciudadana, que contrasta con el proyecto de carretera que atravesará las entrañas del monte sagrado de Tirma y el macizo de Tamadaba. Sobra decir que tanto el tripartito como Nueva Canarias apoyan sin reservas el atentado. Pero lo grave es que esta agresión irreversible hace mirar para otro lado a partidos y organizaciones que deberían dejarse la piel en el rechazo a semejante barbaridad. ¿Por qué ocurre esto? ¿Les preocupa el rechazo del caciquismo aldeano? Pues en nuestra opinión debería preocuparnos más el daño que le hacemos a las generaciones futuras.


El Proyecto.


El proyecto pretende reducir de 32 a 19 los kilómetros que separan ambas poblaciones y limitar el tiempo de recorrido a 20 minutos mediante una vía rápida C-80, sin considerar el grave impacto sobre la zona. Su trazado obliga a construir 10 túneles y 9 viaductos en el frente costero, destacando los del Barranco de Guayedra y El Risco, éste último de 530 m de largo y 88 de alto. En total, el proyecto supone: 18,5 Km de longitud, 8 Km de túneles, 1,5 Km de viaductos, 2.200.000 m3 de escombros y 231.000.000 € de presupuesto.


Entre los impactos más graves destacan los provocados por la construcción de los accesos a los túneles y los numerosos pilares de los viaductos. Además, los rellenos y terraplenes procedentes de los desmontes ocuparán alrededor de 190.000 m2 (equivalentes a 38 campos de fútbol), lo que contraviene la legislación vigente, que prohíbe el depósito de escombros en el Parque Natural. El proyecto es antagónico a un modelo de desarrollo sostenible y atiende al desarrollismo especulativo vigente en Canarias, junto a la tercera pista del aeropuerto, la tangencial de Telde, la ampliación del muelle de Arinaga, las 120.000 nuevas camas turísticas del PIO, los nuevos campos de golf… Todo ello en una isla que ostenta el título de Reserva de la Biosfera.

Geológicamente, el territorio afectado corresponde a la parte más antigua, más montañosa, menos poblada y mejor conservada de la isla. En él se encuentran el Parque Natural de Tamadaba y la Reserva Natural Especial de Guguy. El Parque Natural de Tamadaba alberga en sus 7.539 Ha una notable diversidad geológica y biológica y una incomparable belleza paisajística. Su geomorfología es única, constituyendo un macizo aislado en el que destacan las montañas de Tirma, Altavista y Tamadaba. Los 18 Km de su costa conforman un paisaje de barrancos estrechos y profundos, con espectaculares acantilados como Andén Verde y Faneque. Definido por el botánico Arnoldo Santos como "catedral de la naturaleza", posee innumerables valores naturales, representativos de los principales ecosistemas y hábitats insulares. Acoge el 25% de la flora endémica de Gran Canaria y el 20% de la flora endémica del archipiélago. Presenta 6 endemismos exclusivos, 33 de Gran Canaria y 64 del archipiélago. Contiene también importantes yacimientos arqueológicos, poblados aborígenes, concheros, túmulos y cuevas funerarias, entre los que destacan el Valle de Guayedra, El Risco, Tirma y Los Caserones


Imagenes del comienzo de las obras:




[Obras vistas desde la montaña de Tirma]



La Aldea



El valle de La Aldea, la vieja Artejebes, ocupa una de las zonas más abruptas y aisladas al oeste de la isla de Gran Canaria. Sólo existen tres carreteras de acceso al municipio; por el sur desde Mogán, por el este desde Artenara y por el norte por la estrecha y peligrosa carretera del Andén Verde desde Agaete. La población del municipio ronda aproximadamente las 8.000 habitantes y el sector económico de mayor importancia es la agricultura. Las infraestructuras sanitarias son deficientes y la carretera del norte está especialmente deteriorada.


Ante este panorama podemos entender a los habitantes de La Aldea, que han sufrido las consecuencias de esta situación. Circunstancias estas que han sido hábilmente utilizadas por los piratas del cemento y el cacicato local para chantajear a la población del Municipio. Lo cierto es que los vecinos no han tenido otra alternativa posible que apoyar el proyecto que creen que les podría mejorar sus condiciones de vida, desdeñando las graves consecuencias futuras, no sólo para macizo de Tamadaba sino para su propio pueblo. Y hablamos de generalidades porque no todos los aldeanos apoyan esta obra faraónica,ovejas negras que han padecido el acoso y la intolerancia.


El grupo de gobierno liderado por el alcalde Tomás Pérez (PSOE) apuesta por el futuro desarrollo del turismo y en torno a ello la nueva carretera será el eje del mismo. Para el alcalde está claro que “el futuro de La Aldea depende del desarrollo turístico”. El sector agrícola aldeano parece abocado al fracaso debido a su dependencia de las subvenciones que han hecho caer en la ruina a diferentes cooperativas. Es realmente triste que una comarca como La Aldea de tanto potencial agrícola, cultural, y de turismo sostenible tenga a la población a la espera de la llegada de oleadas de turistas y la depredación urbanística.


Oposición ciudadana y alternativas


El proyecto, sobre todo en sus comienzos, hizo reaccionar a un sector importante de la ciudadanía, pero quedó en nada ante el desamparo general de las organizaciones sociales y políticas. Sólo organizaciones como Ben Magec opusieron una inicial resistencia y organizaron algunas acciones sociales de rechazo como la gran manifestación en Las Palmas de GC. El quid de la cuestión es que se ha impuesto a la población canaria, especialmente a la aldeana, que comulgue con ruedas de molino con la causa de los especuladores. Para ello deben aceptar el dogma de que no hay alternativa posible a la carretera proyectada, cuando la realidad es bien distinta. Es posible tanto reformar la actual para hacerla realmente segura, o hacer otra adaptada a la montaña, todo ello combinado con inversiones importantes en salud, empleo y educación. Con el presupuesto faraónico de la carretera actual es posible, pero no rentable para los de siempre.


Blog NACIÓN CANARIA