Uno no debe acostumbrarse a esas situaciones en las que cualquier elemento mínimamente conectado con la canariedad es objeto de burla. Seguro que, por desgracia, ustedes conocen muchos ejemplos. Callarse nunca solucionó nada, hay que quejarse con claridad y asertividad. Los canarios siempre hemos sido muy adelantados para hacer burla de nosotros mismos, dejando al descubierto nuestra poquita autoestima, la del colonizado, que se siente inferior y camufla dicho sentimiento con una mal entendida campechanía. Lo canario vendría a ser sinónimo de cosa de brutos, ignorantes, algo que ocultar rápidamente en presencia de los señores, algo para reírse como diciendo “¡mira que somos bestias!”. Quizás donde mejor puedan percibir ustedes algo así es en el terreno del habla canaria. Mucho hemos hablado y escrito ya aquí acerca de las súbitas transformaciones que experimentan algunos canarios, adoptando el habla peninsular cuando tienen que hablar en público o de “cosas serias”. Especialmente grave es el caso del “vosotrismo” agudo por el cual algunos canarios empiezan a usar la segunda persona del plural, pues deben entender que les da más prestancia al hablar o al escribir. Hoy vengo a hablarles de un ejemplo muy triste. Es triste porque la responsable de semejante muestra de infravaloración del canario es una institución que debiera servir para empoderar a los canarios reforzando sus señas culturales y su autoestima colectiva, proporcionando una imagen ajustada de lo que somos los isleños. Me refiero, cómo no, a la Televisión Canaria, más concretamente al programa de humor –por llamarlo de alguna forma- “En clave de Ja”. Incluye este programa una sección en la que una de las actrices interpreta un personaje que replica a la presentadora, la cual previamente habrá dado una definición de cualquier palabra. La actriz replica a veces con un canarismo, otras veces con palabras que los guionistas, en su inmensa ignorancia, piensan que es un canarismo. Seguidamente, de manera indefectible, el público ríe. ¿Alguien lo entiende? ¿Se ríen de nuestra forma de hablar, de nuestras palabras? ¿Por qué no lo hacen al revés y se ríen cuando oyen la muchas veces afectada forma peninsular? ¿Son incapaces de hacer humor sin atacar a una seña de identidad como nuestra habla? ¿Tan limitados son? ¿Dónde quedó la responsabilidad social y cultural de la gente que se pone delante de una cámara, de quien escribe sus guiones? ¿Nadie se queja, nadie protesta? En Tamaimos sí nos quejamos y repudiamos el que nuestra habla canaria sea objeto de risotada y chanza por parte de quien debiera tener entre sus más altas aspiraciones contribuir a su defensa.
Artículo extraído de TAMAIMOS.