14/4/10

Feria de Abril canaria

Otro mes de abril y otro año más (ya van tres) nos las tenemos que ver con la moda nueva de celebrar un sucedáneo de la Feria de abril sevillana en la ciudad de Las Palmas, sucedáneo que ahora se extiende a diversas localidades de Canarias.

Como decíamos en años anteriores: nada que objetar a que la comunidad andaluza celebre su feria, pero todas las objeciones al apoyo público e institucional de que goza esta celebración. No me extenderé hablando del estado comatoso de otras manifestaciones culturales más importantes para nosotros y más coherentes con quienes somos (desaparición de equipos de lucha, luchadas sin presencia de asistencia médica y que se retrasan hasta 45 minutos porque no llega la policía, escasísima presencia y falta de promoción de bibliotecas en los barrios, ausencia de lugares donde debatir, paupérrima oferta de formación adulta, universidades populares en el dique seco, carencia de escuelas de música y baile autóctonos…). Lo que sí quiero hacer es preguntarme por qué este trato de favor a lo andaluz (o más bien a la idea que se tiene de lo andaluz) y por qué no una fiesta del Ramadán abierta a todos en el parque de Santa Catalina al caer la noche, o una celebración del Diwali con apoyo del ayuntamiento, o lo mismo con el Año Nuevo chino. La respuesta creo que tiene dos partes. La primera me huelo que tiene que ver con la ya antigua matraquilla de pretender que lo canario viene a ser un subproducto de lo andaluz. No falta quien todavía piensa que no somos sino unos andaluces que viven lejos y que todos los canarios actuales descendemos de andaluces. Seguramente en ese contexto hay que interpretar perlas como las siguientes: “fusionar las dos almas andaluza y canaria porque la mayor parte de la afición es canaria pero que se siente andaluza también”.

Si tan similares son ambas almas, no entiendo cómo es que en Andalucía no se están organizando luchadas, exhibiciones de salto del pastor, cursos de timple o de silbo, ni se celebra la fiesta de La Rama. ¿Esa similitud va sólo en una dirección? Aparte de que segurísimo que en Sevilla están asombraditos con nosotros, mi niño, no me cabe duda. Dice el entrevistado “alguien opina”, pero… ¿quién? ¡Misterio! La segunda parte tiene que ver con la historia más o menos reciente de España y Canarias. Por un lado, el franquismo redujo la cultura andaluza a una caricatura, que luego empleó como parte de la simbología con la que apuntalar su idea de España, plagada de trajes de lunares, tonadilleras, toreros y zapateados. Por otro, tenemos el miedo que aún persiste en muchos sectores de Canarias, que confunden promoción de la cultura e identidad isleña con separatismo y antiespañolismo, y que por tanto aprovechan toda oportunidad para, venga a cuento o no, subrayar la profundísima españolidad del archipiélago.
De esta forma empiezan a verse con más claridad las razones que hay tras esta devoción tan grotesca que empieza a germinar en Canarias por una celebración postiza, que ni nos va ni nos viene: los canarios somos como andaluces y nunca se dice lo suficiente que Canarias es españolísima. No deja de ser irónico, además, que se invoque un pretendido cosmopolitismo, una supuesta apertura y modernidad como justificación de algo que tiene no pocas reminiscencias franquistas.
Si creen que exagero, los invito a ver este impagable vídeo, en el que un pueblo castellano se disfraza de andaluz para agradar a los visitantes americanos. Aquí vienen en coche, pero también podría llegar en crucero, como al Puerto de la Luz.


Artículo de Tamaimos