23/4/09

ENTREVISTA. Francisco Javier González

"Aunque los derechos de libre determinación nos asiste, la experiencia nos dicta que los derechos de la ONU y sus resoluciones no se otorgan graciosamente, se conquistan"




Nacido en Aguere en 1940. Químico (Universidades de La Laguna y Complutense) ha sido profesor y director de varios Institutos de Bachillerato. Colabora desde joven en la lucha política por la independencia de Canarias desde un pensamiento marxista renovador. Militante del clandestino Partido de los Trabajadores Canarios (PTC), participa en el desarrollo de Solidaridad Canaria y de la Confederación Canaria de Trabajadores y en su periódico “Nación Canaria”. Con la disgregación del PTC es nombrado Secretario General del Partido Revolucionario Africano de Canarias (PRAIC) y, al integrarse con la Organización para los Comunistas Canarios (OCC) y otros colectivos para fundar el Frente Popular por la Independencia de Canarias (FREPIC-AWAÑAK) en 1986, es elegido Secretario General del mismo hasta que, por divergencias en la línea política y la trayectoria de la organización, causa baja en la misma tras el V Congreso. Fundador y Presidente del Centro Canario de Estudios Amistad y Solidaridad entre los Pueblos de África “Amílcar Cabral", impulsa desde él las primeras celebraciones de “La Rebelión de los Gomeros” y la creación del Congreso Mundial Amazigh (París 1996) y luego del 1er Congreso (Tafira 1997). Fundador y director de la revista teórica “La Sorriba” y de la Editorial Tagoror, colaborador hace años de prensa canaria (El Día, La Provincia y La Voz) y asiduo actualmente en prensa digital (Magec, Canarias Semanal, El Independiente de Canarias, El Guanche, Canarias Insurrecta, Kaos en la Red, Aporrea…) y de Radios Libres (Guiniguada, Onda Isleña, Popular de Canarias…)



1.- ¿Qué es Canarias para usted?

Parto de que no existe nada fijo, inmutable. Todo, incluso la propia naturaleza, está sujeto a permanente cambio. Pensar lo contrario es, simplemente, un "pensamiento religioso". También las naciones, que son el producto de toda una serie de relaciones sociales en evolución. Son entes histórico-socio-culturales contingentes y, por lo mismo, susceptibles de verificación. La nuestra, en el S. XV era una sociedad de base étnica amazigh, compartimentalizada en siete conjuntos insulares que, a su vez, se subdividían internamente en cantones (Menceyatos y Guanartematos en las de Tenerife y Gran Canaria). Es la invasión, conquista y subsiguiente colonización española la que confiere a Canarias su unidad y actúa de partera de la Nación Canaria. Nuestra patria, por lo tanto, nace ya como nación colonial, con la división entre colonizadores y colonizados - a los que pronto se unen esclavos importados del continente y las clases más bajas de los mismos europeos invasores- división, pues, en gobernantes y gobernados o, resumiendo, en explotadores y explotados. Cierto es que la relación colonizador/colonizado ha ido variando a medida que evolucionan las fuerzas productivas de la sociedad, pero subsiste el hecho incuestionable de que una metrópoli –España- situada en otro continente y respondiendo a sus propios intereses, ha condicionado y sigue condicionando el desarrollo de esas fuerzas productivas, negándonos el derecho a los canarios de organizarlas según nuestro propio interés. Eso es, fundamentalmente, lo que define sin paliativos a Canarias hoy: Una colonia española en el noroeste de África.
2.- ¿Qué cree que define a los canarios?

También la naturaleza humana y, por lo tanto, la idiosincrasia de los pueblos –y los canarios constituimos un pueblo diferenciado- es producto de las relaciones sociales que, como planteaba al definir Canarias como una colonia española, están determinadas de alguna forma por el estado de las fuerzas productivas que, a su vez, conforman al modo de producción en que se insertan las relaciones sociales. Es, por lo tanto, nuestra situación colonial la que nos condiciona y, a la vez, nos define como pueblo y no podemos, de ninguna forma, ignorar esta base material de la idiosincrasia del canario. El dominio colonial, con su carácter total y simplificador, niega siempre la existencia como pueblo del colonizado. No le basta con destruir el entramado social precolonial e introducir sus propias normas jurídicas y sus valores sociales, lo que, al siglo escaso de finalizada en Tenerife la etapa de la conquista militar y aunque subsistían las resistencias (los “alzados”), ya habían conseguido en gran manera los españoles, sino que toda su actuación se orienta a llevar al colonizado, al canario, a negar incluso su existencia como pueblo y a admitir, con ello, la irrealidad de su nación. Hoy, con cinco siglos de permanente opresión cultural y social, de castración de nuestra capacidad creativa y de premeditado ninguneo, se han generado patrones de comportamiento que el foráneo identifica como sometimiento, aplatanamiento, abulia, restructuración.…y que son, en realidad, respuestas y estrategias de supervivencia de un pueblo colonizado, como se pone de manifiesto cuando, el canario, lejos de su propia patria, se muestra de forma totalmente opuesta a ese cliché impuesto y es capaz de enfrentarse con éxito al propio colonizador como se vio en las epopeyas de las independencias americanas.Ahora que entre Obama y Chávez han puesto de moda a Eduardo Galeano –para algo sirven las Cumbres e la OEA- tenemos que aplicarnos la frase de la Proclama insurreccional de la Junta Tuitiva de la ciudad de La Paz (julio 1809) con que encabeza “Las venas abiertas de América Latina”: “Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”.
3.- ¿Tiene el pueblo canario derecho a decidir su futuro y en qué modelo?

Son preguntas que, aunque interconectadas, son diferentes. El derecho a decidir su futuro un pueblo colonizado es inalienable e imprescriptible. En realidad es la base de todos los Derechos democráticos puesto que, sin él, tanto el conjunto de normas jurídicas, como el modelo político que comportan, nos viene impuesto de forma exógena por la metrópoli. En la Carta de la ONU (Art 1.2) se establece que las relaciones entre naciones deben estar “basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos”. Esto confiere al Derecho de Autodeterminación la cualidad de “Principio”, esto es, de una norma abstracta inspiradora de conductas pero carente de la suficiente fuerza normativa. De todas formas, el hecho de estar en el articulado y no en el preámbulo lo hace, hasta cierto punto, parte de derecho positivo como a cualquier otra de las disposiciones del Tratado. Además, a posteriori, son varios los instrumentos jurídicos internacionales que confieren al Principio de Autodeterminación carácter de norma de derecho y no solo de mero principio. Por ejemplo, el Art. 1 del “Pacto Internacional de derechos Civiles y Políticos”, promulgado por Resolución 2200 de la ONU el 16/12/1966 y ratificado por el Estado Español ¡once años más tarde huyendo de la descolonización! (27/4/1977) establece, en su Aptdo. 1, que “Todos los pueblos tienen el derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural”. Para que no quede duda, en su Aptdo. 3 establece que: “Los Estados partes en el presente pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación y respetarán este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas” de plena vigencia en el derecho español desde su publicación en el BOE nº 103 del 30/4/1977 y absolutamente ignorado desde entonces para Canarias por la potencia administradora. Estos mismos artículos se repiten textualmente en el “Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales” de la misma resolución y fechas, y luego en innúmeras veces, como las muy conocidas Resoluciones 1514(XV), 2588(XXIV) 2621(XV), o la 2649(XXV) de 1970 que, en su punto 1, es tajante al decir: “La Asamblea General: Afirma la legitimidad de la lucha de los pueblos bajo dominación colonial y extranjera a los cuales se le ha reconocido el derecho a la libre determinación para recuperar ese derecho por todos los medios a su alcance”.Ahora bien, aunque es cierto que el derecho a la libre determinación nos asiste a los canarios como pueblo colonizado, no es menos cierto que la experiencia nos dicta que los derechos de la Carta de la ONU y la efectividad de sus Resoluciones no se otorgan graciosamente. Se conquistan. Tendremos la fuerza del derecho, pero hemos de conseguir y aplicar la fuerza suficiente y necesaria para que su aplicación sea efectiva, como han logrado otros muchos pueblos, y para ello necesitamos la construcción de una nueva hegemonía nacional-popular que sustituya a la actual que refleja y defiende los intereses de la metrópoli y de las oligarquías criollas que ayudan a su consolidación y mantenimiento. El modelo futuro de Canarias tiene que ser decidido por la nueva formación hegemónica que logre la independencia. Cuestiones nodales evidentes de ese futuro son la República Federal y la total erradicación del sistema de opresión social y cultural que ha generado la específica modalidad del capitalismo que constituye el dominio colonial español y el predominio de los sectores de las burguesías insulares aliadas con él.
4.- ¿Qué le falta a Canarias?

En mi criterio, el mayor obstáculo al necesario desarrollo armónico y autocentrado de Canarias, estriba en el conjunto de estructuras distorsionadas por su sometimiento a la hegemonía nucleada en torno al poder colonial y sus aliados criollos. Romper esa hegemonía precisa de la construcción de una contrahegemonía, de un nuevo bloque histórico. Debemos tener en cuenta que ese sistema de poder colonial, hoy hegemónico, más allá de los aparatos judicial, policial y militar que lo garantizan, se sostiene mediante una red ramificada de instituciones culturales, de las escuelas, universidades, asociaciones, medios de comunicación, partidos políticos e, incluso, la propia iglesia, que transmiten la ideología creada por los intelectuales orgánicos al servicio, consciente o inconsciente, del sistema. En consecuencia, Canarias necesita irse dotando de esos mismos medios y estructuras, pero al servicio de una nueva voluntad popular de liberación. Por lo mismo tenemos que desarrollar una cierta intelectualidad que cohesione y unifique todo el fermento revolucionario y el consenso generalizado de las masas populares para construir esa nueva hegemonía liberadora.
5.- ¿Qué hace usted por Canarias?

A lo largo de muchos años de lucha he intentado llevar a la práctica lo que acabo de expresar en la pregunta anterior y ahí están mis aportaciones en la militancia política, cultural, sindical y social. Hoy, y siempre por supuesto en la medida de mis fuerzas y capacidad, intento aportar algo a la estructuración de un pensamiento político que ayude a construir la voluntad colectiva de romper la dependencia y la concepción del mundo que esta ha generado en nosotros como pueblo y como individuos.
6.- ¿Cómo definiría la relación Canarias-Estado?

Más o menos creo haberla definido. Es una relación colonial evolucionada dentro del sistema capitalista, con la aquiescencia de la lumpenburguesía local y la sumisión y el consenso acrítico de las masas populares. No quedaría completo el cuadro sin considerar que, a su vez, la metrópoli española tiene idéntico papel dependiente de los centros de poder del capitalismo imperialista a nivel mundial. De ahí se desprende que nuestra liberación no termina cuando la bandera tricolor heptaestrellada sea izada en la sede de la ONU. En ese momento solo estaremos en el comienzo de una nueva etapa en la lucha por la ruptura de la opresión pero, espero, en ese momento estaremos dotados de una ética y una moral, nuevas y más elevadas que las que tiene como propias un espíritu colonizado y sumiso.
7.- ¿Cuáles son los problemas que en el futuro tiene que abordar Canarias?

Los mismos que en el presente. Repito que el izado de nuestra bandera como país “soberano” no garantiza en modo alguno el fin de la explotación especulativa del territorio, ni la sobreexplotación de nuestra fuerza de trabajo, ni el control popular de las fuerzas productivas, o el restablecimiento de nuestra soberanía alimentaria. De ahí la necesidad imperiosa de construir ese nuevo bloque histórico, más allá de una simple alianza de clases, que lleve a cabo una total transfiguración en la dirección política, social, cultural, intelectual y moral de nuestro pueblo, con una nueva conciencia de las metas a alcanzar para transformar la sociedad –y no solo la canaria- y avanzar en la consecución de una democracia radical y plural, ampliada a todos los nuevos espacios que las luchas emancipatorias van creando, como feminismo, minorías, ecología, homosexualidad, antiglobalización…..
8.- ¿Cuál sería la estrategia política para el futuro?

Creo que, en mi opinión, viene ya determinada en lo que he expuesto. Urge la construcción de ese nuevo bloque hegemónico nacional-popular y de esa voluntad colectiva que lo cohesione y vertebre. Están abiertos todos los campos de lucha. En el político es necesaria la vertebración de partidos políticos con ese horizonte claro de la transformación social y la desarticulación del dominio colonial. Al tiempo hay que fortalecer el sindicalismo de clase y revolucionario, sociopolítico, como fue en su día el modelo desarrollado en la CCT. En lo cultural y social es imprescindible la creación de nuevos espacios transversales y el fortalecimiento de los existentes, como asociaciones ciudadanas y culturales y, fundamental, dotarnos de los necesarios medios de difusión (prensa escrita y digital, radios, foros de debate, editoriales, música, webs, blogs, Facebook….). En fin, la articulación de esa nueva fuerza nacional-popular que construya el contramodelo que oponer al complejo entramado del tándem colonizador/burguesía de servicio. Si tenemos claro el horizonte, cada uno tendremos que aportar nuestra lucha para alcanzarlo.
9.- ¿Cómo definiría el proceso de la Autonomía Canaria?

“Autonomía” significa, etimológicamente, “Propia Ley” y, en Canarias, estamos muy lejos de ser “autónomos”, con un Parlamento delegado bajo el control de la normativa exógena y la inestimable connivencia de las fuerzas políticas que en él se representan. De hecho esta supuesta “autonomía”, además de una trampa filológica para enmascarar nuestra cualidad de “Territorio no autónomo”, no deja de ser una concesión –graciosa y graciable- del poder colonial y de su marco superior –la UE- a la burguesía insular, concesiones que históricamente ha realizado la metrópoli cuando, por sus intereses, amputa parte de las prebendas de esa burguesía, o cuando sospecha o supone que intentan dar el salto al control total y no delegado de los recursos que supondría la independencia. Así sucedió en tiempos recientes con los Puertos Francos, con la división provincial, con la Ley de Cabildos, con el REA y la RIC y con este Estatuto que regula nuestra dependencia y del que el Presidente de este Gobierno “autonómico” –que no autónomo- acaba de anunciar su pretensión de extenderlo a la consideración de “ultraperiférico” dentro, por supuesto, de su sacrosanta Constitución Monárquica Española. De todas formas, es obligación de las formaciones políticas o sociales que plantean la necesidad de la independencia para el progreso de esta tierra nuestra, el aprovechar cualquier mínimo resquicio que esta pseudoautonomía nos permita para avanzar.
10.- ¿Ha habido algún tipo de política nacionalista en Canarias?


Cada vez que alguien ha planteado públicamente que Canarias es una Nación como cualquier otra y que, por lo mismo, tiene la capacidad y la necesidad histórica de constituirse en estado soberano, esto es, cuando plantea abiertamente la independencia, está haciendo “política nacionalista”. En el pasado se plantearon intentos de independencia por las burguesía insulares, como en el inicio del XIX cuando la Junta Suprema de Canarias, radicada en Aguere, envió un barco a Londres para negociar la segregación de España, frustrada por la pusilanimidad del Marqués de Nava y la oposición de la Junta de Gran Canaria, partidaria del sátrapa Fernando VII pero, en la práctica, hay que esperar al nacimiento y auge de los movimientos obreros para que se plantee una política independentista fuera de la órbita y los intereses de las burguesías, mérito que hay que atribuir a Secundino Delgado y a sus colaboradores de “El Guanche” en sus dos épocas (Caracas y La Habana) primero, del “Vacaguaré” luego y del Partido Popular y la Asociación Obrera ya en Canarias. La continuidad la encontramos, en suelo cubano, en el PNC de 1924 –donde Gómez Wangüemert adoptó para el PNC la bandera azul del Ateneo lagunero de 1907- y, más tarde, ya en plena II República Española, con la ruptura de la corrupta monarquía borbónica y los nuevos horizontes de libertad, aparecen intelectuales como el gomero Guillermo Ascanio desde las páginas de “Espartaco” y otros que dan a luz el “Pacto del FUR”, que plantean abiertamente la posible segregación democrática de Canarias del Estado español. El nacimiento del movimiento “Canarias Libre” en 1959, bajo la influencia, entre otras, de la Revolución Cubana y del asesinato por el fascismo español de Juan García Suárez, “El Corredera”, es continuidad del nacionalismo de inspiración marxista. Posteriormente, en 1964 , la creación del MPAIAC, su reconocimiento por la OUA en 1968 y, sobre todo, la difusión del mismo con la emisiones de “La Voz de Canarias Libre” en 1975, hacen dar un salto cuantitativo considerable al independentismo. A partir de ese año se desarrolla un intenso movimiento en todo el Archipiélago con protagonistas como el MPAIAC, el PTC y el PRAIC; Solidaridad Canaria y el Centro Amílcar Cabral; la CCT y el SOC; el potpurrí de la UPC, el FREPIC-AWAÑAK, “Siete Estrellas Verdes”, el CNC……y hasta hoy. Queda, a mi juicio, que dejar sentado que, si en algún momento de nuestra historia, estuvimos en el camino de construir ese nuevo bloque nacional-popular necesario para alcanzar la independencia fue entre esos años del 77 al 80 que pueden denominarse como la “Primavera Guanche”. Los errores cometidos, que frustraron ese importante momento histórico, deben ser analizados para no repetirlos, ejerciendo una terapéutica función crítica y autocrítica de los que participamos, para impedir que, de nuevo, puedan lastrar al renaciente impulso en pro de la libertad y la soberanía que parece apuntar al sumarse a la lucha emancipatoria nuevas generaciones.


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