28/10/08

El dilema imposible de Coalición Canaria

El 4º congreso de Coalición Canaria (CC) ha puesto de manifiesto el atasco político e ideológico de esta organización, que no sólo no avanza en su conformación sino que retrocede a sus orígenes más...

El 4º congreso de Coalición Canaria (CC) ha puesto de manifiesto el atasco político e ideológico de esta organización, que no sólo no avanza en su conformación sino que retrocede a sus orígenes más caciquiles e insularistas. La propia naturaleza de CC como representante de los intereses de la burguesía dependiente y subvencionada le impide cambiar para adaptarse a la nueva situación.


CC se crea para negociar con el Estado español las nuevas condiciones del Pacto Colonial histórico. Al entrar en la Unión Europea y desaparecer los puertos francos, las burguesías insulares (que nunca se han terminado de constituir en clase nacional) necesitaban recomponer sus expectativas de beneficios sobre la base del nuevo Régimen Económico y Fiscal de Canarias (REF), cuyas dos principales herramientas han sido la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC) y el Régimen Especial de Abastecimiento (REA).


Paralelamente, era necesario negociar constantemente la parte de los presupuestos españoles y comunitarios para Canarias, y que luego se repartía en subvenciones a los grandes capitalistas isleños, así como en contratos de obra pública, en muchos casos innecesaria.


Las señales de alarma saltaron cuando la ampliación de la UE avisaba ya de que la renta por habitante en Canarias iba a ser muy superior al 75% de la media comunitaria ampliada, por lo que desaparecerían los miles de millones de euros que habían estado llegando con los fondos europeos para el desarrollo regional (FEDER). Justamente lo que está ocurriendo, con la progresiva eliminación de estos fondos en el periodo 2007-2013, hasta quedar en cero.


La formulación de la figura de las "regiones ultraperiféricas" -es decir, las colonias europeas en ultramar- apareció así como un clavo ardiendo al que agarrarse para seguir recibiendo subvenciones. Pero esa figura, que se contemplaba ambiguamente en la fallida constitución europea nunca llegó a concretarse. La irrupción en el escenario de la brutal crisis económica de los países imperialistas ha arrinconado en el olvido esa pretensión de la figura "ultraperiférica".


Por si esto fuera poco, los dos diputados de CC en el Congreso español (llegaron a tener 4) han dejado de ser trascendentes para la conformación de mayorías y la aprobación de los presupuestos generales del Estado. Hasta el punto de que la metrópoli se permite el lujo de reducir escandalosamente sus inversiones directas en el Archipiélago.


A la vez, el crédito electoral de CC va mermando ante una economía totalmente vulnerable y minada, mientras que los ciudadanos han ido viendo como nuestras cifras de paro, de pobreza y de incapacidad de consumo se han ido disparando año tras año, hasta llegar a la catástrofe actual. A la que hay que sumar un deterioro alarmante en educación, sanidad y servicios sociales, ocultado en la palabrería oficial pero bien palpables en el día a día de nuestro pueblo.


Si bien CC mantiene más o menos su base de apoyo en Tenerife y en otras islas, la avería que ha sufrido en Gran Canaria es prácticamente imposible de recomponer. Sin poder repartir cargos, empleos y prebendas (que es lo que le da su fuerza en otras islas) nunca podrá conseguir apoyos. Y desde luego, CC-Gran Canaria está totalmente desacreditada entre los electores grancanarios como mera pata en esta isla del hegemonismo chicharrerista más ultra.


Desorientada y viendo peligrar sus cuantiosos beneficios, sin saber como recomponer el pacto con el Estado, la burguesía dependiente no tiene ya tan claro que CC sea su instrumento político.


El congreso de CC debería servir para disipar esa duda, pero no lo ha podido hacer. Por una parte, CC solo puede añadir electorado a su bolsa de votos radicalizando su discurso para dar respuesta a un sentimiento nacionalista cada vez más agudizado. E intentando arrastrar tras de sí al nacionalismo más consecuentemente independentista. Por otra, esa radicalización puede hacerle perder su base electoral tradicional que apenas se diferencia de la derecha más españolista (PP). Aparte de los problemas que el PP les pudiera poner (e imponer), aunque hay que reconocer que hasta ahora no han sido muchos: el papel de apoderado del españolismo más intransigente lo viene representando el PSOE.


Pese a la presión de algunos sectores que se expresan a través de los editoriales de El Día, a CC le ha resultado imposible moverse de su ambigüedad españolista, formulada esta vez en un patético "estatuto federal". Ni para delante ni para atrás, y a aguantar como se pueda: sin ideología, sin proyecto político y sin vergüenza.


Toda la "renovación" ideológica de CC queda reducida a apropiarse del Día de la Bandera Nacional, sin mencionar de dónde viene la celebración del 22 de octubre. Una bandera nacional canaria que la propia CC ha impedido que sea la oficial de la Comunidad Autónoma.


La otra iniciativa que parecía necesaria a todas luces era la de fortalecer una dirección nacional del partido que permitiera cohesionar a toda la organización en los tiempos difíciles que se vienen encima, para afrontar sin quiebras los vaivenes, a la vez que se avanzaba en la recomposición de toda la derecha regionalista otra vez en CC (aflojando la estrechez insularista para reintegrar a Nueva Canarias).


Aquí si que se han movido, pero hacia dentro de la concha como los caracoles. La debilidad del equipo de Paulino Rivero le ha obligado a aceptar una marcha atrás, hacia la fórmula de las viejas AIC, que pasa porque el máximo órgano de la formación, la comisión permanente, esté compuesta los siete presidentes insulares, el de Venezuela y de Jóvenes Nacionalistas, así como la nueva presidenta de CC. Esta comisión permanente deberá adoptar sus acuerdos por unanimidad, de forma que una sola isla puede paralizar cualquier decisión.
Los errores y torpezas de PSOE y PP aún pueden mitigar los previsiblemente malos futuros resultados electorales. Pero, hoy por hoy, cabe decir que "los problemas de Coalición no tienen solución".




Teodoro Santana