Redacción. En tiempos actuales donde el insularismo, a pesar de los estragos que nos ha supuesto como pueblo, sigue vigente, se hace necesario analizar y conocer su naturaleza. Usado hoy por los elementos tan siniestros como Don Pepito, Bravo de Laguna o Jose Manuel Soria, se despunta como una efectiva arma para aquellos, defensores de los intereses madrileños, que sueñan con dinamitar todo proyecto común del pueblo canario.
"...despreciad con valor la prensa venal y asalariada que fomenta
la discordia entre las Islas, nuestra Patria, con el fin de dividir al pueblo
para que el lobo devore con paciencia y gusto su víctima...”
Secundino Delgado
El insularismo es una corriente política canaria
derivada del fenómeno político denominado “Pleito Insular”, es decir, el
enfrentamiento político entre las oligarquías y burguesías insulares por sus
intereses económicos particulares. Destacan fundamentalmente las elites de las
islas centrales -Tenerife y Gran Canaria- en su objetivo de obtener la
supremacía en las relaciones comerciales con el exterior, el control de los
circuitos internos de distribución y por supuesto, la superioridad en sus
relaciones con Madrid. En consecuencia el insularismo en Canarias propugna la
supremacía o la exclusión económica, social y cultural de alguna isla concreta
del resto del Archipiélago Canario. Por tanto lo habitual y tradicional es que
el insularismo político este fuertemente ligado a la derecha españolista en
Canarias.
Un poco de historia
Un poco de historia
A pesar de que el Archipiélago Canario ha
presentado históricamente una marcada homogeneidad cultural común (identidad
amazighe insular en el periodo precolonial y criolla hispano-lusa amazighe en
el posterior periodo colonial) hasta 1982 jamás esto se había traducido
institucionalmente. Un archipiélago es por definición un conjunto de islas que
además presenta una gran variedad geográfica que se ha traducido económicante e
institucionalmente. Es por tanto el factor insular de notable importancia
cuando abordamos cualquier cuestión referente a la realidad nacional.
Como en tiempos precoloniales, la organización de Canarias a comienzos de la colonización fue por Islas, regidas por sus antiguos Ayuntamientos, Concejos o Cabildos. Si bien es cierto que se establecieron organismos de jurisdicción archipielágica como una Audiencia, un Obispado y en 1723 la Capitanía General. En 1808 se produce el primer brote del Pleito Insular con su perjuicio; los sucesos de La Junta Suprema de Canarias. La Junta Suprema gestada en Aguere-La Laguna (Tenerife) planteó la constitución de Canarias como protectorado de Gran Bretaña o Estado independiente ante el vacío de poder provocado por la ocupación francesa de España. La Junta Suprema no pudo abarcar el país en su totalidad ante la oposición de la oligarquía grancanaria que temía perder definitivamente su importancia con la vía independentista. En 1812 nace la “Provincia de Canarias” con su capital en Santa Cruz de Tenerife (confirmada en 1923 y establecida por decreto en 1833). No obstante ya tenemos las primeras referencias pleitistas entre las dos ínsulas centrales en torno a la cuestión de la capitalidad provincial. Durante el siglo XIX se registrarían más conflictos derivados del Pleito que culminaron con dos posturas confirmadas en el debate entorno a la Ley de Cabildos de 1912; la de la oligarquía tinerfeña que abogaba por la capitalidad en Santa Cruz de Tenerife y la descentralización en cabildos insulares bajo un discurso regionalista y la oligarquía grancanaria que a pesar de en sus inicios justificar su derecho a la capitalidad por cuestiones regionalistas, finalmente optan por el separatismo con la famosa propuesta de la “División Provincial”. Desde las islas mal llamadas “menores”, con destacada importancia de La Palma, se manifiesta un rotundo rechazo a la división provincial (Plebiscito de Manuel Velásquez Cabrera), sin olvidar regionalistas de Gran Canaria como Franchy Roca también contrarios a la división.
Acto a favor de la división provincial en Las Palmas (1911). Los 'pleitistas', entre los que destaca Fernando León y Castillo, eran profundamente españolistas. |
Con la
llegada de la dictadura de Primo de Rivera en 1923 se persigue todo tipo
de regionalismo y nacionalismo en el Estado Español. A pesar de ello la
Diputación Provincial de Canarias proyecta en 1924 un Estatuto Regional de
Canarias. En 1925 se desmantela la Diputación Provincial de Canarias por
una Mancomunidad obligatoria interinsular “que sólo tendrá por objeto
ostentar la representación unitaria de la provincia.” Estas circunstancias de
la dictadura hostiles al regionalismo canario fueron aprovechados por la
oligarquía grancanaria. Así en 1927 obtienen del dictador Primo de Rivera el
antidemocrático Real Decreto-Ley de la División Provincial que dio lugar a la
absurda división provincial vigente en la actualidad.
"En 1927 bajo la dictadura de Primo de Rivera se impone el antidemocrático Real Decreto-Ley de la División Provincial que dio lugar a la absurda división provincial actual."
Bajo los
cinco breves años de duración de la II República Española no dio tiempo de
aprobar un estatuto de autonomía como ya tenían en marcha País Vasco, Galicia y
Cataluña. Los motivos una vez más eran las airadas disputas entre las elites de
las islas centrales; los diputados tinerfeños recordaban la ilegalidad de la
división provincial impuesta por el dictador Primo de Rivera. Con la arribada
del franquismo se abortó toda aspiración autonomista y se reafirmó la división
provincial y los añejos cabildos insulares. Con el resurgir del nacionalismo e
independentismo canario moderno pronto se reveló el insularismo como un
poderoso antídoto que impregnaba profundamente a la clase dominante de las
Islas retardando inclusive la conformación del Estatuto de Autonomía de
Canarias de 1982 e imponiendo una Ley Electoral profundamente
antidemocrática y caciquil que aún conforma un lastre inmovilista que impide
todo cambio en la sociedad canaria actual.
¿Porqué
surge el insularismo?
Cualquier excusa sirve para intentar dividir el país canario. |
Para
entender el fenómeno hay que conocer los rasgos sociológicos de la sociedad
canaria del siglo XIX y comienzos del XX. En primer lugar la desigualdad
económica es atroz y además la población canaria era mayoritariamente
analfabeta que ya desde aquellos tiempos eran los índices más elevados del
Estado Español. El caciquismo extendía
su hegemonía al conjunto del territorio y controlaban la exigua clase política.
La histórica importancia de ciudades como Las Palmas y La Laguna –por último
Santa Cruz de Tenerife- se consolidan con la Ley de Puertos Francos a
mediados del siglo XIX que impulsa la competencia comercial con el exterior de
las islas centrales. Así la intervención de Madrid en los asuntos de Canarias
irá incrementándose en los últimos años del siglo XIX y principios del XX bajo
el temor generado por la pérdida de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El pleito insular que releva el papel de árbitro a la Metrópoli española es una
fórmula que anima al Estado a potenciarlo para evitar una posible cohesión de
la clase dirigente de las Islas por beneficios comunes, el viejo “divide y
vencerás”. Durante el siglo XX el
fascismo español no tardó en ver la validez del fenómeno para impedir una
conciencia nacional canaria, eso explica que a pesar de la hostilidad absoluta
del régimen franquista a cualquier tipo de autonomía no tuvo reparos en
mantener los cabildos insulares. El hecho resultante es una histórica
desvertebración y atomización de los poderes canarios que genera un sistema
donde cada isla solo puede ganar a costa de otra y donde todas las islas
pierden en beneficio de España, un círculo de competencia destructivo muy
conveniente a Madrid.
La
historiadora española Teresa Noreña Salto y profesora de la ULL reconoce
la utilidad del Pleito y el insularismo “El enfrentamiento (...) va calando en
la opinión pública e incluso en amplios sectores de la población y sus
repercusiones son importantes por sus consecuencias a corto y largo plazo. Ante
el protagonismo de este problema se hace imposible pone en marcha unos
planteamientos y una política regional. Por otra parte, se impide que surja una
conciencia colectiva regional.” Finalmente reconoce lo evidente “Este pleito y
el arbitraje que de él se deriva interesan a los diferentes gobiernos
nacionales porque supone una garantía de que en Canarias no se iba a forjar una
oposición unitaria, de que no iba a consolidarse un partido regionalista o
nacionalista; garantía muy importante si pensamos que en el siglo XIX se
independizan las ultimas posesiones ultramarinas y si recordamos que desde
finales del siglo pasado y durante la presente centuria renacen los
nacionalismos en suelo peninsular.”
“Este pleito y el arbitraje que de él se deriva interesan a los diferentes gobiernos nacionales porque supone una garantía de que en Canarias no se iba a forjar una oposición unitaria, de que no iba a consolidarse un partido regionalista o nacionalista."
Insularismo
vs Nacionalismo Canario
“La política colonial
fomenta las rivalidades...El colonialismo no se contenta con comprobar la
existencia de tribus; las fomenta, las diferencia. El sistema colonial alimenta
a los jefes locales".
Fran Fanon
El elemento insularista actual más recalcitrante, el diario tinerfeño EL DÍA, defendió tanto ayer como hoy, los principios más radicales del fascismo español. |
Dividir los territorios dominados, las colonias, no
es una artimaña moderna. Se remonta a los principios de los tiempos y ya lo
practicaban los viejos imperios para conquistar y dominar territorios y
pueblos. Ya lo usaron los mismos conquistadores castellanos en Canarias y
América enfrentando unos indígenas contra otros explotando sus rencillas entre
bandos. Fue una práctica típica en las colonias africanas bajo dominación
europea e incluso hoy cuando se pretende dominar un país ¿qué mejor manera que
provocarle una guerra civil interna? ¿qué mejor que ‘descolonizar’ África
trazando fronteras artificiales donde estados deben arreglárselas con pueblos
diversos que nunca han convivido?. ¿Qué mejor que una ley electoral que
fortalece los menceyatos insulares estableciendo desigualdades que sitúan al
pueblo canario como sujeto colectivo a la sombra de estos cacicatos?
Una imagen vale más que mil palabras... |
Es cierto
que hoy podemos hablar de un debilitamiento general del insularismo, pero no
significa que carezca aún hoy de una poder de influencia poderoso. Las clases
dominantes canarias, incapaces de unirse para construir proyecto nacional
alguno, han dedicado sus esfuerzos en adoctrinar a la población en sus miserias
y rivalidades internas. Por desgracia este discurso ha impregnado importantes
capas del pueblo canario de las islas centrales. De nosotros depende cambiar
esta maldición tribalista y de que el pueblo canario asuma la responsabilidad
histórica de construir la nación que a la clase dominante nunca le ha
interesado.
La incapacidad de los bancos canarios para unirse optando por ser absorbidos por cajas españolas, son el mejor ejemplo de las ne- fastas consecuencias del Pleito Insular. |
Para entender a que intereses responde el Pleito Insular y el insularismo sólo hay que examinar a quien beneficia el mismo. Un pleito que mantener vivo beneficia directa e indirectamente a Madrid y por tanto a España; que tendría en sus manos el arbitrio y por consiguiente la dominación absoluta de Canarias. No es, por tanto el beneficio de la ínsula el que podemos destacar, ya que es evidente que por su singularidad geográfica y el ser un solo pueblo beneficiaría a todas nuestras islas en una fructífera cooperación o cohesión, eso sí, sin obviar en ningún momento el factor insular. Es el equilibrio de la autonomía de cada isla y la soberanía y unidad del Archipiélago la que fortalecerá la Nación Canaria y en consecuencia a todas las islas, y no un pleito sin fin bajo el arbitrio madrileño.
" Es el equilibrio de la autonomía de cada isla, la soberanía y unidad del Archipiélago la que fortalecerá la Nación Canaria y en consecuencia a todas las islas (...)"
Siete islas un solo pueblo
Entendemos
que por el bien de Canarias y su futuro nuestro pueblo debe superar el Pleito
Insular y sus nefastas consecuencias como los irresponsables insularismos.
Es por esto que no debe extrañar que los sectores más ranciamente españolistas
de las Islas sean los principales valedores del insularismo, conocedores de la
utilidad del mismo para debilitar la canariedad y en consecuencia el país. No
es casual por tanto las banderas insulares gigantescas promovidas por fascistas
de la talla de José Manuel Soria y Angel Llanos, o las proclamas
insularistas de Bravo de Laguna como “Prospecciones petrolíferas sí,
mientras no sean en las costas de Gran Canaria”. Aunque
en honor a la verdad también han hecho uso del insularismo habitualmente según conveniencias Coalición
Canaria o PSOE. Por no hablar las extravagantes editoriales
fascistas del diario tinerfeño EL DÍA, que a pesar de su
“independentismo” sui generis no puede desprenderse de su procedencia
franquista y caciquil transpirando un insularismo tan anti-canario como
enfermizo.
La marioneta de Jose Manuel Soria recurre al viejo fantasma del insularismo para boicotear la cohesión isleña frente al constante agravio que Madrid somete al Archipiélago. |
Es sin duda el fortalecimiento de la canariedad y la
conciencia nacional el antídoto fundamental para desterrar de una vez por toda
esta lacra. Si bien es evidente que sin una igualdad y solidaridad entre todas
las islas que incluyan un respeto a una autonomía en asuntos internos que
reconozca la realidad insular de nuestro país estaremos en las mismas. Un
proyecto nacional canario aunque debe fomentar la unidad del pueblo canario no
debe desestimar nunca el hecho insular ya que es consustancial al país canario.
"Las clases dominantes canarias, incapaces de unirse para construir proyecto nacional alguno, han dedicado sus esfuerzos en adoctrinar a la población en sus miserias y rivalidades internas."
Bibliografía.
Alemán. José A. 2008. “Entender Canarias. Visión
periodística personal de 600 años de historia.” Las Palmas de Gran Canaria.
Guimerá Peraza, Marcos. 1979. “El Pleito Insular”. Las
Palmas de Gran Canaria. Colección Guagua.
Hernández Bravo, Juan. 1989. El insularismo canario:
caracterización política, ofertas electorales y resultados. Universidad de La
Laguna.
Noreña Salto, Teresa. La Clase política canaria,
1850-1915.