17/2/10

Divide y vencerás


Si algo tienen claro desde el inicio de la historia todos los conquistadores, invasores y colonizadores que en el mundo han sido es la máxima del “divide y vencerás”, que alcanza su mayor grado de eficacia cuando es el propio pueblo invadido o colonizado el que se encarga de sostener y desarrollar esa táctica de división que lo aniquila. Los españoles fueron maestros en su uso, desde Canarias –su inicial experimento colonial- hasta América y Filipinas y, hay que reconocerlo, con excelentes resultados. Aquí, en nuestra tierra archipielágica, la división inicial la provocaron intrainsularmente, aprovechando las ya existentes en la sociedad indígena: Bandos de Guerra y Bandos de Paces, Cantón contra Cantón, Nortes y Sures…., pero consolidada la conquista y constituida Canarias como territorio colonial en su integridad, esas divisiones intrainsulares, aún subsistiendo, dan paso a las interinsulares, imprescindibles para impedir que un territorio fragmentado como era –y es- Canarias, que se fragua como Nación justamente al constituirse como colonia, pudiera aspirar a la construcción de su propio estado.
Las divisiones internas de cada isla concreta son de carácter mixto étnico y social. Por un lado los detentadores del poder y representantes de la lejana metrópoli y, por el otro, los indígenas canarios esclavizados o sometidos a los que, muy pronto, se suman nuevos esclavos traídos del continente y las clases desheredadas inmigradas desde España y Portugal que comparten con los primeros la explotadora opresión señorial. En mi natal ciudad de Aguere esa división –y vale como ejemplo- se cristaliza en los magos de la Villa Arriba y los señores de la Villa Abajo donde, hasta la Plaza que tiene el dudoso honor de llevar el nombre del Adelantado, sigue hoy siendo para los laguneros la “Plaza de Abajo”.
La división interinsular que, por motivos obvios, comienza siendo entre islas de señorío e islas de realengo va derivando a una lucha por la hegemonía entre los grupos de poder de las dos islas de mayor potencial económico. Estos grupos de poder originarán luego las burguesías de Gran Canaria y Tenerife que luchan –y siguen luchando hoy- por la capitalidad de la colonia y del posible estado que de ella surja. Esa lucha, dado el carácter rector de opinión y conciencia que posee la clase hegemónica, traslada su enfrentamiento a las clases populares de las islas en las que se asientan. Precisamente sería ese enfrentamiento entre clases dominantes de Tenerife y Gran Canaria lo que impida la formación de una única Junta Suprema de Canarias, dando por tierra con el intento de independencia que se fragua al mismo tiempo y con el mismo origen que las independencias de las colonias americanas.
Desde que Viera diera a la luz su “Papel Hebdomadario”, la prensa ha desarrollado un papel fundamental en este juego divisionista imprescindible para el mantenimiento de la ocupación colonial sin la necesidad del recurso a las armas. Sin prensa escrita y hoy sin los mass media en general no hubiera sido posible exacerbar ese divisionismo que aseguraba y asegura la doble dominación, la de la burguesía isleña subsidiaria y la colonial española. Para ilustrar el papel de esa prensa escrita transcribo, guardando la ortografía y acentuación original, parte de la carta 59 de las 60 de que consta un librito escrito por el entonces Auditor de Guerra de la Capitanía general de Canarias, D. Mariano Nougués, publicada en la “Imprenta Madrileña” de D. Salvador Vidal en la santacrucera calle del Sol en 1858 que no tiene desperdicio, que comienza, tras el título exponiendo los méritos que aduce como autor:
“CARTAS HISTÓRICO-FILOSÓFICO-ADMINISTRATIVAS SOBRE LAS ISLAS CANARIAS” ESCRITAS POR EL DOCTOR DON MARIANO NOUGÉS SECALL. Catedrático cesante de jurisprudencia, Auditor de Guerra de la Capitanía General de dichas islas, Abogado de los Colegios de Madrid y Zaragoza, sócio corresponsal de la Academia de la Historia, de la de Buenas Letras de Barcelona, de la de arqueología de Belgica, etc. etc.
El Sr. Nougués comienza la primera carta de este epistolario relatando su salida de Cádiz hacia Tenerife con las siguientes palabras, transcritas también con la ortografía original:
Colocado en la cubierta permaneci mirando el último linde de España hasta que aquella ciudad desapareció y no quedó en el horizonte mas que la linea del Occéano, y que á doquiera que volvia los ojos no encontraba mas que agua en incesante movimiento y ondulacion. A pesar de que mi corazon es mas fuerte que lo que suponen algunos, y que no me arrepiénto jamás de las resoluciones que adopto por principios de decoro, recordé á mi esposa y á mis hijos, considerando las angustias que aquejarian su alma, figurándose peligros inminentes, que no lo son hasta este punto, en virtud de los adelantos de la navegacion…..
Lector atento de Viera, colaborador de las Sociedades de Amigos del País y hombre culto, demuestra a lo largo de las mismas su interés afectivo por nuestra patria, evidentemente sin olvidar ni renunciar a su carácter de español en tierra ajena.
Carta 59
Santa Cruz de Tenerife 23 de agosto de 1838.
Sr. D,
De la estincion de las rivalidades entre las islas como medio de aumentar su ventura: escitacion á la fraternidad.
Mi apreciable amigo; cuando uno viene de la Peninsula y pisa por primera vez este suelo, una de las ideas que mas le alhagan es la de que en él no han de existir rivalidades ni envidias ni partidos: se figura que en las aguas del Océano debe haber quedado sepultada tan funesta semilla para no germinar en las Afortunadas. Sin embargo al poco tiempo de mi permanencia en ellas, ya conoci que en parte esta habia sido una ilusion: porque ya que no existiesen las ardientes polemicas de la politica, á lo menos habia rivalidades funestas originadas de la malhadada cuestion de la capitalidad. Las Palmas aspira obtenerla, ó á lo menos á compatirla. Santa Cruz pretende conseguir la primacia: y á vuelta de estas cuestiones el gobierno ha unido y ha separado; ha tejido y destejido, pareciendose ese negocio á la tela de Penélope, tela tan famosa que ha dado lugar á tantas citas y á aplicaciones tan varias.
A consecuencia de estas cuestiones se han mezclado frases que han alarmado y ulcerado los ánimos y que pueden dar lugar á serios disjustos. Como si uno no pudiese engrandecerse sin humillar á otro: se entra en la terrible via de las comparaciones. Amigos poco prudentes de los pueblos adoptan ese sistema fatal alaban y deprimen; critican e enaltecen vituperan y encomian: y á trueque de conseguir su objeto no vasilan en arrojar la simiente de odios duraderos. No pareceria en algunas ocasiones, sinó que la Gran-Canaria y la isla de Tenerife son Roma y Cartágo, pero ya que no la Roma y Cártago de la historia, á lo menos las de las escuelas atendido el eterno estado (le oposicion y de guerra. Para algunos no hay nada bueno sinó en la Gran-Canaria: para otros solo en Tenerife. Se habla respectivamente de las radas y puertos, de los frutos, de las campiñas, de los templos, de los habitantes, en una palabra, se habla de todo, pero no para enaltecer estos objetos sinó para achicarlos recíprocamente los contendores, á fin de que los otros se engrandezcan hundiendo ó rebajando los contrarios.
Lástima me causan estas contiendas pueriles, estos choques ridiculos, esta guerra de mala ley. Cuantas veces no he dicho interiormente ¿porque no habia de haber una autoridad que impusiera un tace, que prohibiese que semejantes contraversias se agitaran, y que las estinguiera para siempre? Contentese cada isla con sus ventajas naturales: procure aumentarlas en beneficio propio y en provecho público con patriotismo é inteligencia, y el pais ganará y la prosperidad pública se desarrollará de una manera creciente. No haya otra lucha entre las islas sinó la de la respectiva mejora: todas tienen bienes preciosos, que les es posible esplotar: todas recursos que podrán utilizar. A que fin, pues, fatigarse en esta guerra mezquina? El Gobierno á todos desea estender su proteccion, dispensarles sus favores, aumentar su prosperidad…………..
A partir de aquí se extiende el autor en retóricas descripciones de las bellezas y atributos de una y otra isla para terminar con una serie de consideraciones acerca de los medios, a su juicio, para acabar con las luchas interinsulares, de las que solo transcribo la primera que resalto en negrilla.
Pero ¿y como hacer cesar estas rivalidades? La prudencia de las autoridades y el patriotismo de las personas influyentes pueden contribuir poderosamente al logro de tan digna empresa. Indicaré algunos medios: 1.° trabajar para que la prensa cese de promover polémicas, que aunque aparentemente y segun la recta intencion de los que las sostienen, se dirijan á un fin laudable, ocasionan un mal de grave trascendencia que es atisar el fuego de la discordia. Alabe enorabueha cada periódico el pais en que vé la luz; realce sus ventajas: pero no ataque las de otro pueblo, no rebaje la de otra isla. Si á pesar de todo se entra en tan delicada controversia, disputese, pero sin herir sin lastimar á nadie, reflexionese que estas discusiones acaloradas no pueden servir de ilustracion al Gobierno, que adelantada la ciencia de la estadistica, siendo tan frecuentes y posibles Ios viages, irán á buscar por otros medios y en otras fuentes las noticias que necesita. Convencidos los periodistas de la inutilidad de su sistemá dejarán de ejercitarlo……..
Hoy, 172 años después de ese escrito del Sr. Nougués, la prensa sigue en nuestra patria aumentando el enfrentamiento interinsular. En medios como los de Prensa Ibérica (La Provincia, La Opinión) entra dentro de su línea editorial del más rancio españolismo trasnochado que llega incluso al ataque personal y la insidia contra compañeros reconocidos por su lucha social y nacional, pero cuando ese divisionismo que hace el juego a la política colonialista hispana se lleva a su máxima expresión con ribetes de fobia psicótica revestido, eso sí, de llamamientos pseudopatrióticos a la independencia, aderezados además con loas al Ejército español que no deja, al fin y al cabo, de ser el garante final de que la situación colonial pueda continuar, como es el caso del matutino tinerfeño El Día, no puedo entender que se le conceda crédito alguno por parte de militantes independentistas serios. Personalmente me duele porque durante bastantes años El Día y Diario de Las Palmas acogían mis artículos en una época en que el independentismo, por decirlo de un modo suave, “no estaba de moda”, dando en aquel entonces ejemplo de apertura democrática. Hoy me sería imposible publicar en ellos dada la trayectoria divisionista de El Día y la triste realidad del Diario reducido a un nombre en la carátula de La Provincia.
¿Qué escribiría hoy un español intelectualmente honesto como el Sr. Nougués de la que Secundino denominó como “venial y asalariada” prensa editada en Canarias? Fácil es suponerlo
Gomera a 16 de febrero de 2010
Francisco Javier González