[Esperpéntico espectáculo en la Plaza de La Victoria en Mesa y López -Las Palmas de Gran Canaria- donde canarios, abducidos por el poder mediático, y españoles, celebraban unidos la victoria de la Selección goda. Mientras tanto Canarias con los mayores índices de pobreza de todo el Estado Español]
El término es del escritor Víctor Ramírez, y define a los canarios arrastrados que se sorroballan más de lo que exige la subordinación a la metrópoli. Viene esto a cuento por la editorial de Canarias7 del pasado 26 de junio, en la que el director de ese medio de propaganda, Francisco Suárez Álamo, justifica la supuesta españolidad del Archipiélago en las pitas y los voladores que sonaron cuando la selección española de fútbol marcaba sus goles. Impresionante argumento. Este epígono del colonialismo concluye que “si quedaba alguna duda de que Canarias es España, anoche se despejó por completo. Y por goleada”.
Conclusiones. Una, España no es una nación, sino una hinchada. Una unidad de destino futbolístico en lo universal, digamos, y la reserva balompédica de Occidente. Dos: todo el que no tocó la pita o tiró un volador (o sea, la inmensa mayoría) no es español. Y tres, si la selección de la Federación Española de Fútbol hace un mal papel, Canarias deja de ser España. Hay que ser friki, por decirlo suavemente. Por el imperio (futbolero) hacia Dios. Luis Aragonés y cierra España. No hay otros argumentos que contraponer a la realidad de que Canarias es una colonia. Infragodos, ya les digo.
Teodoro Santana