Pero hablemos de un sector de nuestra sociedad atomizado y marginal como el actual nacionalismo real. Tan desorientado como el conjunto del pueblo canario, sin referentes de ningún tipo y aún influenciado por cadáveres políticos como el interclasismo cubillista resucitado por EL DÍA. No olvidemos que la última fue prometer públicamente una descolonización ficticia para el 2010, impulsando, una vez más, el descrédito social del nacionalismo canario real ante el conjunto de la sociedad canaria. La izquierda independentista prosigue en su ‘larga andadura por el desierto’ como diría Sergio Ibrahim, y es que, aunque asistimos a una lenta consolidación de las ideas nacionales de izquierdas, aún predomina el cómodo divorcio general entre los reducidos grupúsculos y la realidad nacional.
31/12/11
2012 con más razones para la brega
Pero hablemos de un sector de nuestra sociedad atomizado y marginal como el actual nacionalismo real. Tan desorientado como el conjunto del pueblo canario, sin referentes de ningún tipo y aún influenciado por cadáveres políticos como el interclasismo cubillista resucitado por EL DÍA. No olvidemos que la última fue prometer públicamente una descolonización ficticia para el 2010, impulsando, una vez más, el descrédito social del nacionalismo canario real ante el conjunto de la sociedad canaria. La izquierda independentista prosigue en su ‘larga andadura por el desierto’ como diría Sergio Ibrahim, y es que, aunque asistimos a una lenta consolidación de las ideas nacionales de izquierdas, aún predomina el cómodo divorcio general entre los reducidos grupúsculos y la realidad nacional.
Rajoy ensancha la brecha de pobreza que separa a Canarias de España
Intersindical Canaria critica la congelación del salario mínimo. El sindicato nacional advierte de que la agresión es mucho más sangrante en nuestro país porque los sueldos son los más bajos y la cesta de la compra, la más cara.
[La cúpula pepera en Canarias custodia al actual presidente de España en su ultima visita a la colonia]
Intersindical Canaria (IC) ha rechazado la congelación del salario mínimo y la pérdida de poder adquisitivo de los funcionarios, según informó la organización sindical en un comunicado. "La decisión del nuevo gobierno del PP de congelar el salario mínimo no hace más que confirmar nuestros peores pronósticos en el sentido de que Mariano Rajoy y su gobierno tienen la disposición, no solamente de seguir la línea de recortes del gobierno de Rodríguez Zapatero, sino retrotraer las condiciones laborales de los empleados públicos a 30 años atrás, además de acabar por pulverizar las ya de por si precarias condiciones de vida de los sectores más empobrecidos de la sociedad y de la clase trabajadora", apuntó. El sindicato alertó que en Canarias esta agresión resulta aún más sangrante, ya que en realidad implica una reducción del salario real de las familias si se considera que la inflación a final de año estará por encima del 2%. "Si tomamos en cuenta además -continuó IC-, el diferencial histórico negativo que hace que en Canarias los sueldos sean los más bajos, y por tanto sean más las personas que perciben el salario mínimo, y en contraposición la cesta de la compra de los productos alimenticios sea la más cara, podemos ver que esta medida no hará más que ensanchar la brecha de pobreza que separa a Canarias del Estado español". Asimismo, recordó que esta medida es absurda, "ya que no atiende absolutamente a ninguna racionalidad de despegue económico, porque al restringir los ingresos de las familias contrae el consumo y genera mayor estancamiento de la economía". Por otra parte, tras la rebaja del 5% en el 2011, IC explicó que la congelación salarial a los trabajadores públicos aprobada por el Consejo de Ministros merece también la reprobación pues, además de avanzar en la pérdida global de poder adquisitivo, incide más negativamente en el país canario al sufrir una gran parte de los empleados del sector público, los salarios más bajos del Estado y las condiciones laborales más duras.
Fuente.Europa Press
30/12/11
Crónica de una quimera III
La década de los setenta del pasado siglo fue el tiempo de triunfos electorales que ponían en manos de los dirigentes de esta insólita Alianza (PCU, luego UPC) un poder inmenso, el poder del influjo que galvanizaba la voluntad de amplias corrientes populares que parecían estar tras la puerta esperando que alguien se atreviera a tomarlo en su mano y traducirlo en acción política. ¿Cómo es que un pueblo como el canario, tan falto históricamente de confianza en sí mismo, se atrevía a romper las ataduras de un dominio ideológico tan secular? Esta especie de erupción no podía derivar en otra cosa que no fuera el miedo. Todo el mundo se sintió presa del pánico. ¿Qué hacemos ahora? ¿Quién nos mandó jugar el papel de aprendices de brujo? El chance del apoyo electoral semejaba una bola al rojo vivo, que de forma inesperada caía en las manos de unos dirigentes que no tenían la menor idea acerca de cómo transformarla en algo identificable a medio y largo plazo. ¿Hacemos la Revolución Socialista? ¿Lucha frontal por la independencia?
Toda aquella verbosidad revolucionaria, mágica expresión de la impotencia de una pequeña burguesía aupada a poner en marcha un proceso histórico –el que sea- demasiado ambicioso para su escuálida capacidad operativa, porque sólo contaban con el apoyo popular –toda clase de trabajadores, agricultores, clases medias bajas-, y enfrente un enorme aparato de Estado en conjunción con los estamentos dominantes de las burguesías del país y del Estado, arropados por el tinglado correoso de los medios de comunicación de masas, entregados a su vez a una estrategia de boicot y desprestigio, a los que se les suministró a manos llenas causas bastantes para probar la incertidumbre y la falta de visión de futuro de una coalición que terminó apareciendo penosamente ante su propio pueblo como una jaula de grillos.
La transición en Canarias estuvo marcada por el miedo al nacionalismo. Este estallido inesperado amedrentó a todo el mundo, incluyendo a los propios independentistas. El aparato de Estado bordeó la histeria, los estamentos dominantes del país denunciaban la dramática incertidumbre de una pendiente que podía llevar a la debacle, los grupos revolucionarios de izquierda hacían encajes de bolillos para eludir alianzas comprometedoras: defendían una revolución de papel, construían y deconstruían programas alternativos destinados a encauzar la agitación por la Independencia hacia cualquier camino que evitara la lucha por la construcción de un Estado, los independentistas derrochaban todas sus fuerzas en una agitación estentórea, actuando en todos los escenarios a la luz del día. Su cándida ingenuidad era lo único que salvaba su tozuda imprudencia, porque ellos sabían, pero no sabían que sabían, que estaban muertos de pavor, que todo conspiraba contra ellos, que se quedarían solos, que todas las fuerzas del mundo se agrupaban para aislarlos, para convertirlos oficialmente en lo que ya eran, unos románticos inveterados. Azuzados y empujados desde todas partes redoblaron su agitación y, cuando la marea pasó, quedaron para la Historia como testimonio de lo imposible.
Muy pronto los “izquierdistas oficiales” se apresuraron a modificar el contenido político de la coalición creando Unión del Pueblo Canario, dando entrada a partidos que carecían de todo arraigo popular, pero que disponían de su propia identidad. Así pasaron a enjugarla fuerzas como el Partido Republicano Federal (el que fundó Franchy y Roca a principios del pasado siglo) del que, salvo unos pocos enterados, nadie tenía idea de sus antecedentes históricos. Así se integró el señor Millares, meritorio investigador en el campo de la Historia del país, que se apresuró a condenar tajantemente toda veleidad independentista. Así engrosó las filas de la Revolución el PSOE histórico, que ni siquiera se molestaba en mostrar desacuerdos básicos, asombrado de adquirir una cancha política inmerecida. Era importante aislar el bacilo delirante del nacionalismo, máxime cuando, en las tinieblas exteriores, el MPAIAC condenaba el entreguismo de la coalición y clamaba por una solución internacional del conflicto histórico que enfrentaba a Canarias con el Estado español. Realmente se estaba ante un verdadero desgarro. El grueso de los cuadros dirigentes de la coalición provenía de la lucha antifranquista. Todos arribaban con la pesada carga de los problemas del pasado, con los tics y los métodos del pasado, con el lenguaje del pasado. ¡Cuántos se esforzaron por sacudirse tan pesada losa! ¡Cuántos intentaron hacer su propia metamorfosis, cambiar el corazón y ponerlo en un motor nuevo! Pero nadie estuvo en su hora mejor. Hasta los más decididos independentistas que venían de la vieja escuela se veían enfrentados a la disyuntiva de romper con los viejos camaradas que persistían en el Manual de Economía de la Academia de Ciencias de la URSS, cuando no en el Libro Rojo de Mao. ¿A dónde recurrir? ¿A Fanon, a las teorías Tercermundistas, Samir Amin, Nakruman, Che Guevara, Secundino Delgado, el Desarrollo Desigual, la contradicción Centro-Periferia?
"Carlos Suárez era una bandera, la única enseña que expresaba la posible construcción de un nacionalismo progresista"
Una persona que tenía conciencia de las enormes tareas políticas que implicaban la lucha por la independencia, imposibles de abordar sin contar con un nutrido grupo de cuadros políticos disciplinados que dieran forma a las ansias populares y trazaran los elementos esenciales de la estrategia y la táctica política, que construyeran una Organización que fuera capaz de estabilizar la simpatía popular y hacer Historia a través de todos los desiertos. ¿De dónde podían salir estos cuadros sino de la praxis marxista, la única con el método adecuado y una mínima tradición de lucha? Por eso intentó mantener un hilo conductor con la vieja escuela. Sabía que la otra vía era la inmersión en el marasmo, en el caos difuso que emanaba del nacionalismo de nuevo cuño, para quién toda propuesta de organización y disciplina era sinónimo de freno y rendición.
Se habla canario de 'Kanes Rabiosos'
Tema del grupo canario de rap 'Kanes Rabiosos' del barrio grancanario de Tres Palmas
27/12/11
Crónica de una quimera II
Sergio Hernández Ibrahim. Después de las primeras elecciones democráticas de 1977, en las que la candidatura de Pueblo Canario Unido logró un resultado digno, aunque sin representación, los locales del Sindicato Obrero Canario se vieron desbordados por una verdadera invasión de trabajadores que venían “a afiliarse al partido”. La gente no distinguía entre política y sindicalismo, lo que llevó a los primeros activistas sindicales a dar a la Organización un fuerte acento político. En la segunda mitad de la década de los setenta, los movimientos políticos reverberaban. Los trabajadores, los jóvenes, se movilizaban en todos los ámbitos: los institutos, la universidad, las asociaciones, el movimiento sindical. Afloraron como hongos infinidad de partidos con la marca nacionalista, Partido Comunista Canario (p), MPAIAC, más tarde Congreso Nacional Canario, Movimiento Canarias Libre, Pueblo Canario Unido, posteriormente Unión del Pueblo Canario, coaliciones que integraban a distintas corrientes, puramente independentistas unas, nacionalistas de izquierda otras. El filón del reclamo nacionalista atrajo al mismo campo a otras fuerzas políticas que se reclamaban del marxismo, algunas todavía clandestinas en aquella época: Partido Comunista Internacional, Partido Comunista marxista-leninista, Oposición de Izquierdas del Partido Comunista de España, Partido de Unificación Comunista, más tarde Movimiento de Izquierda Revolucionario del Archipiélago Canario (MIRAC). Pero esta atracción era muy contradictoria: para estas fuerzas políticas el nacionalismo podía ser un motor más de la “lucha de clases” si se aplicaban ciertos elementos correctores, el más importante de todos: si era dirigido por la “vanguardia de la clase obrera”, es decir, por los comunistas. En frase de un destacado dirigente de aquella época: “no sabemos a dónde nos puede conducir el delirio nacionalista”.
Los nacionalistas, desorientados y confundidos, faltos de toda visión realista, y carentes de todo programa alternativo que se propusiera de algún modo también esta “travesía del desierto”, emplearon sus fuerzas en una dura controversia con los comunistas. Ambas líneas se enfrascaron en una inútil y penosa confrontación en la que se tildaron mutuamente de traidores y vendidos, unos al colonialismo, otros a la reacción internacional. Unos quedaron situados dentro del sistema, si bien con un “planteamiento crítico” muy minoritario, otros prefirieron mantenerse como “francotiradores contra el colonialismo”, probando la vía electoral de vez en cuando para comprobar su absoluta falta de porvenir. Todos colaboraron a un hundimiento que era inevitable desde el origen. Esta fue la época de la polémica sobre el significado del Derecho a la Autodeterminación. El hecho de que el debate –por otro lado bastante irregular y tormentoso- se centrara en este tema, mostraba bien a las claras que el tiempo de la lucha estaba pasando, y que entrábamos en una nueva fase que no se proponía cambiar el mundo, sino explicarlo. Y, ya se sabe, explicar, polemizar, filosofar, dudar, dejar stand by, una pendiente o declive que lleva directamente a la pérdida del nervio que mantiene la voluntad de lucha. Una polémica interesante, casi, casi, planificada por la Providencia. O, quizás, por una Inteligencia Superior que pocas veces aflora en los relatos históricos, pero que tiene servidores en todas partes. Esta quiebra no se desencadenó sólo en las cúpulas dirigentes, sino que fue un tornado que se extendió a lo largo y ancho de todos los movimientos organizados, sindicatos, asociaciones cívicas, partidos. Todo el movimiento, entendido en sentido amplio, se escindió en infinidad de grupúsculos que perdieron todo contacto con las masas, mientras la sociedad entera se sumergía en una nueva fase de “armonía colonial”.
Sea como sea, y a despecho del diagnóstico histórico ¿Quién puede negar que aquellos fueron años “vividos peligrosamente”? Todo el mundo enfrascado en un quehacer cotidiano que parecía llevar a una pronta liberación de la tierra, todo el mundo margullando en las distancias cortas, forjando alianzas temporales, saliendo de un grupo para ingresar en otro, todo el mundo aparentando lucidez, vendiendo neveras a brazo partido, todo el mundo decepcionando tarde o temprano a sus seguidores. Manifestaciones, huelgas, elecciones, y los dirigentes condenando, pontificando, conspirando. Cambios de cerraduras, reivindicación de locales, asaltos nocturnos, sustracción de papeles y maquinas multicopistas, carreras por llegar antes a la ventanilla de siglas del Ministerio del Interior. Nadie manejaba los hilos, todos eran honrados, todos dieron lo que pudieron, todos deseaban la Revolución. Y, al fondo, la angustia existencial, las crisis personales, porque, cuando todo se acaba ¿Qué va a ser de mi vida? (aserto que, aunque parezca increíble, responde a una anécdota real).
El militante típico pertenecía a la estirpe de los que no podían separar su vida personal de la actividad política. ¿Qué es lo que lleva a cierta gente a entregarse a una causa y estar dispuesta a darlo todo por ella? La cuestión no tiene respuesta sólo en el intelecto. Hay cientos de miles de personas que saben que no podemos, que no debemos seguir viviendo así...y siguen viviendo. El tema es: ¿Cómo nace la pasión por vivir intensamente la lucha por un mundo mejor? ¿Qué hace que esta pasión se convierta en el objetivo de toda una vida y se subordine a ella el afecto personal, la profesión, el goce del arte, el sexo? Para el militante típico al principio fue el Verbo, el discurso, la explicación lúcida de las contradicciones del mundo, un irresistible imán de una fuerza tal, que arrebataba y empequeñecía las mezquindades cotidianas. La Libertad de Canarias, la Emancipación de los Trabajadores, la Lucha de Clases, el meticuloso análisis de los procesos sociales que brindaba el marxismo, una guía para la acción, un método, una filosofía acerca del poder. Dijo el filósofo (Hegel, 1770-1831): “los “hombres” creen, al perseguir sus fines personales, que en ellos se resume todo el movimiento del mundo, porque no pueden concebir en su pequeñez que, al alcanzar tales fines, ejecutan realmente lo que la Razón se ha propuesto”. El marxismo era la conciencia del Movimiento Histórico, el control real de los procesos sociales, el Plan Puntual en un devenir Infinito. Decía Henry Miller de John Reed que un hombre que se propone liberar a la Humanidad, que se propone afrontar un objetivo tan vasto, está realmente huyendo de sí mismo. Pero Miller olvidaba que tal propósito nunca se consigue y que a la postre lo único que queda de toda experiencia es el forcejeo en las cortas distancias. ¿Qué puede narrar cada uno de las grandes o pequeñas batallas en que ha participado? Se pueden contar con pocos dedos los Tolstoy capaces de dar un cuadro de las epopeyas de los pueblos. Así que, apenas, se pueden relatar los encuentros en la clandestinidad, los planes de lucha, el romance borrascoso con aquella persona progresista a la que se estaba tan íntimamente unido/a. También está el odio, el odio al adversario, a la policía. Y el miedo, el miedo a una caída, a un fallo, a la cárcel, a la muerte y ¿por qué no? al desamor, a la incomprensión, a que nadie reconozca los méritos y el empuje que daban sentido a ese sufrimiento.
Y el Poder. El Poder. Da igual el escenario. Otórguese un poder, uno cualquiera, una capacidad de influir directamente en las personas, un reconocimiento, un statu de dirigente. Todos los sufrimientos de una vida adquieren entonces una nueva luz. Toda mi vida ha sido una preparación para esto. Al igual que la inteligencia se espolea ante la adversidad, al igual que la familia es la garantía de una emanación de afectos que nos aferra al mundo, aunque sea mentira, aunque el telón de fondo no sea más que el resentimiento, la aversión, la envidia, las ansias de destrucción, el mando es la garantía de ser querido. Para esto hacía Lorca poesía, pero todos no tienen ese don. Como la pescadilla que se muerde la cola, la acción política ofrecía un atractivo: la capacidad de lograr la Utopía gozando. El mundo va a cambiar, Yo lo estoy cambiando, todo encaja.
En el 76 era relativamente fácil hacer sindicalismo. Se pueden rememorar cientos de anécdotas extraídas de la agitación diaria. Una vez se logró reunir a un grupo de sesenta trabajadores de hostelería en las mismas instalaciones de la empresa. Comenzó el mitin una compañera que disertó sobre temas estrictamente sindicales y así continuaron otros activistas. Era palpable que los obreros –las masas- no prestaban una gran atención. Cuando le llegó el turno de hablar al activista político-sindical se sorprendió a sí mismo dejándose llevar por el lirismo de un discurso que entremezclaba y solapaba las cuestiones sindicales y los objetivos políticos: la Autodeterminación, un nuevo Estado, una Historia secuestrada. Todos empezaron a adoptar una actitud de asombro alborozado y fueron apiñándose a su alrededor. Sonaron bravos, aplausos, se abrió un coloquio en el que nadie se planteó siquiera las dramáticas dificultades de un objetivo político tan ambicioso. Era lógico desconcertarse ante tal reacción -¿qué es lo que he dicho?-. Era lógico intuir vagamente que se estaba extendiendo un reguero de fuego que arrastraba a todos. Lo importante era la Idea, una idea que hechizaba, que sembraba una ilusión de cambio que transformaría radicalmente la vida.
25/12/11
"Crónicas de una Quimera" de Sergio Hernández Ibrahim
Las postrimerías de los años setenta proporcionó en Canarias un acontecimiento histórico insólito, que todavía no ha merecido la atención de los historiadores. Es posible que tales hechos estén todavía muy cercanos, o que todo eso no haya pasado realmente. Quizás todo haya sido un sueño y que estos ojos que se han de comer la tierra no vio realmente lo que vio. Tampoco sucedió la tragedia de Macondo en “Cien años de Soledad”, a despecho de “la realidad” que describe García Márquez. Tal vez no sea más que un ensueño novelesco. Basta para comprobarlo la siesta histórica de un pueblo sometido ha muchos siglos a un proceso de trepanación. Tal vez los restos del tejido cerebral donde anidan los recuerdos fueron quemados hasta la saciedad y aventados secretamente desde cualquier risco. Quizás sea cierto que el pueblo canario no existe. Que cuatro gatos dislocados se inventaron un país y que lo políticamente correcto es pasar un tupido velo.
Ya no hay posible vuelta atrás. Y hoy vemos y aún seguiremos soportando cosas que hace veinticinco años hubieran hecho “fablar a las piedras”. Aún asistiremos, en su momento, a homenajes y “cantos políticos” a aquella gesta, ondeados por personajes reformistas y constructivos, en esos discursos laudatorios de las batallas florales institucionales, como argumento poético probatorio de que, alguna vez, este pueblo estuvo vivo, con esa increíble capacidad que los políticos tienen para integrar en sus soflamas los hechos históricos más subversivos, transformándolos en cosas relativas, puntuales, pero significativas, antecedentes de la voluntad de construir una nación, eso sí, moderada, dialogante, autonómica. ¿Quién no recuerda la apología de Felipe González a las Tres Culturas del medioevo toledano, como si esa convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes fuera un mérito histórico de “España”, la misma “España” que expulsó a estas dos últimas comunidades y convirtió por la fuerza –y torturó, y ejecutó- a muchos de sus individuos?
24/12/11
23/12/11
Fallece Sergio Hernández Ibrahim
Intersindical Canaria reivindica los derechos canarios sobre el banco canario-sahariano
Visto que la responsabilidad de este tema es fundamentalmente del Estado español, Intersindical Canaria exige al gobierno de dicho Estado que garantice y asegure ante la UE los puestos de trabajo de quienes siendo canarios pescan en el mencionado Banco Pesquero canario-sahariano. Esta demanda no es excluyente de la legítima aspiración del Archipiélago a establecer sus propias aguas territoriales y fijar la mediana con respecto al Sahara en la hipótesis futura de constitución de Canarias como Estado. En esta nueva decisión de Europa que viene a perjudicar nuevamente los intereses canarios, habría que preguntar al gobierno canario, qué incidencia va a tener en la cuestión pesquera la falacia de la llamada “delimitación de las aguas canarias” pactadas con Rodríguez Zapatero y que según anunciaron en su momento serían aprobadas por el Parlamento español antes de 31 de diciembre.
"Paco Bello quería un Archipiélago Canario sin dependencias"
El II Memorial Paco Bello arrancaron el 11 de diciembre, y se prolongarán hasta el 15 de enero, con actividades tanto en Tenerife como en Gran Canaria. Los actos consistirán en debates, presentación de libros, festival navideño con la participación de grupos de música tradicional canaria, misa de aniversario del fallecimiento del sacerdote, cena de navidad y encuentros de confraternización, entre otros. Con estas jornadas, la asociación quiere rememorar la “inquietud y gran hacer de un hombre sencillo, amante de su tierra, defensor del marginado, y en pro de una convivencia liberada por el respeto al prójimo en general y a la gente de su Archipiélago en especial”.
La asociación recuerda que Paco Bello “se denominaba no dependentista, y con su quehacer y su palabra nos aportaba un camino sencillo, abierto, sin dobleces ni traiciones por el que andar respetando las libertades y derechos del hombre. De él tenemos que aprender a poner en practícala sinceridad llana, respetuosa. No se escondía para llamar al pan, pan y al vino, vino. Su convencimiento en la defensa de su quehacer, le aportaba la valentía con que tiraba pa`lante, ante el autoritarismo dogmático, religioso o civil, en su tarea por hacernos comprender que las mezquindades en las que nos movemos, producto del egocentrismo y la ignorancia, no son más que eso: mezquindad, egoísmo y profundo atraso. Erradicando esas lacras, andaríamos más livianos, seríamos mejores gentes y conviviríamos mejor”. Recordaron que les llevó a impulsar el colectivo ciudadano “Cuando nos recuperábamos de la tristeza por la pérdida del compañero, amigo y especialmente comunicador de palabra y obra, nos dimos cuenta que todos nos habíamos quedado con un algo de lo que Paco Bello comunicaba e infundía. Por eso el nombre de su asociación y la obligación de ésta en seguir su ejemplo y divulgar sus inquietudes”, añade el colectivo. Apunta a continuación que “Bello quería un ser humano libre de las cargas que otros humanos nos imponen, quería un Archipiélago Canario sin dependencias, una religión del pueblo para el pueblo y cargada de sencillez, sin boatos aduladores y mercantilistas. No admitía los mesturas de religión con militarismos y políticas dominadoras”. Finaliza la asociación señalando que “mucho tenemos que aprender de él, especialmente de la valentía y sinceridad con que se enfrentaba a cuanto se oponía a sus ideas de abierta claridad con la que andaba entre nosotros”.
Fuente: TeldeActualidad
19/12/11
El 'nacionalismo' se reunió ante su debacle electoral en unas jornadas financiadas por el Estado Español
Redacción. Las Jornadas “La Unión del Nacionalismo” fueron celebradas estos 16,17 y 18 de diciembre en la capital tinerfeña y organizada por la Fundación Canarias siglo XXI dependiente de Coalición Canaria. Los partidos reunidos en las jornadas para replantearse futuros mensajes y estrategias conforman un amplio abanico de corte regional-insularista autodenominado ‘nacionalista’ ante su imparable decadencia electoral. Coalición Canaria, Nueva Canarias, Agrupación Herreña Independiente, Partido Independiente de Lanzarote, Partido Nacionalista Canario, Centro Canario Nacionalista y Partido Nacionalista de Lanzarote conforman esta amalgama de siglas constituídas a golpe de talonario por los cacicatos insulares y las constructoras. Esta selecto abanico se considera, en palabras de Ana Oramas, como “todos los partidos con vocación nacionalista”. Los temas tratados fueron la ‘Situación del nacionalismo’, la situación económica, el sistema electoral, ‘Nacionalismo y jóvenes’ y, agárrense los machos, desarrollo sostenible impartido por Roque Calero. Además contaron con la participación del PNV y CIU. Al más puro estilo de la demagogia del ‘pseudonacionalismo engañabobos’ de CC, las jornadas contaron con un nuevo y rentable disfraz: el ecologismo y el desarrollo sostenible. Este fenómeno de descaro sólo puede ser explicado por la escasa cultura política de la mayoría de la población canaria y la debilidad extrema del nacionalismo canario real.