La declaración de Fuerteventura como "Reserva de la biosfera" es simplemente un engaño. Los tecnócratas trazaron una complicada curva en el mapa para impedir que Tindaya quedase dentro de las zonas de mayor protección.
[Pintadas en las carreteras construídas por el "Marqués de la Oliva" en pleno espacio protegido del jable del Cotillo]
La UNESCO ha declarado recientemente a Fuerteventura como Reserva de la Biosfera. Todo un éxito de la clase política isleña adicta a los galardones. Una semana después también se aprobó la declaración declaración de impacto ambiental que permitirá, si nada o nadie lo remedia, agujerear la Montaña de Tindaya bajo la coartada de una pretendida obra de arte. En ambos casos los promotores son las mismas instituciones, haciendo posible lo que la lógica intelectual impide: reservar toda una isla al tiempo que se destruye el espacio natural y cultural más protegido de Canarias, incrustado en el corazón de Fuerteventura. La Reserva de la Biosfera es una imposición. Durante la gestación de la criatura no se ha contado con sus habitantes, no ha existido el mínimo interés de que los receptores del premio hayan participado en su diseño. Que nos han reservado lo sabemos por los medios. Durante su tramitación, el proyecto -elaborado por tecnócratas algunos de los cuales también han concluido que agujerear Tindaya es sostenible- sólo fue sometido al obligatorio, insuficiente e ineficaz trámite de información pública. La población no existe y, por lo tanto, no opina. Y si opina da igual: las personas y colectivos que realizaron alegaciones al documento jamás recibieron contestación institucional algo a lo que, por lo demás, están obligadas las instituciones. Como es lógico, el periodo de información pública fue restringido al horario de oficina y en un solo lugar, el Cabildo majorero. Pídale usted a un cabrero de Cofete -alguien al que la declaración de Reserva le va a afectar de lleno- que ordeñe sus cabras, se traslade a la capital, se lea trescientas páginas y redacte las alegaciones pertinentes. Visto el desprecio con que son tratadas las personas no es de extrañar que la declaración de Reserva de la Biosfera sea entendida por la población como un nuevo límite restrictivo, como un nuevo mecanismo coercitivo para sus actividades cotidianas, una de cuyas consecuencias es la percepción -fomentada con esmero desde las instituciones- de que el ecologismo y los ecologistas son una desgracia. No se trata, empero, de una apreciación subjetiva: hace poco un amigo ecologista que acudió a una apañada en Triquivijate fue cuestionado por un cabrero que le preguntó: -¿no será usted uno de esos "diversos" que quiere acabar con las apañadas? Porque si no vamos a tener un problema. Pero es que, además, la Reserva de la Biosfera es, simple y llanamente, un engaño. Aunque la declaración afecta a toda la isla y parte de sus aguas, las zonas de mayor protección ya están protegidas. Más del setenta por ciento del territorio que podría tener una supuesta protección a través de la Reserva ya son espacios naturales catalogados: los parques naturales de Jandía, de las Dunas de Corralejo y de la Isla de Lobos y el parque rural de Betancuria. Eso sí, los tecnócratas tuvieron a bien trazar una complicada curva en el mapa para impedir que Tindaya quedase dentro y que, por lo tanto, se le pudiera sumar una nueva medida de amparo a las siete figuras de protección que ya tiene.Libre del núcleo duro de protección queda más de la mitad de la isla, lo que hará compatible el galardón reservístico con actuaciones insostenibles social y ambientalmente. Pongamos solo dos casos. En la actualidad se construye una autovía que atravesará, de norte a sur, toda la isla. Amén de su innecesidad, las instituciones no han optado por la ampliación del trazado de la actual carretera, mucho menos costoso y destructivo, sino que han elegido una nueva vía que, entre otras cosas, está afectando a multitud de yacimientos arqueológicos, algunos declarados como Bien de Interés Cultural, con su zona de protección y todo. Claro que, si se hubiese optado por la ampliación de la actual vía, las ganancias de las empresas constructoras serían menores y la revalorización de los terrenos, que quedarán preparados para continuar con los procesos urbanísticos futuros, infinitamente menores. El segundo ejemplo es, quizás, el que dibuja de manera más clara el engaño de la Reserva. El Cabildo y el Gobierno de Canarias han aprobado la instalación de una nueva central térmica en Fuerteventura, a estas alturas de la película. Como la propuesta inicial (Valle de Agando, barranco limítrofe a Gran Tarajal) fue tumbada por la sublevación popular de los habitantes de Tuineje, el Cabildo -por unanimidad política (PP, CC y PSOE)- ha aprobado que su nueva ubicación sea Monteagudo, en el municipio de Antigua, Zona Especial de Protección de Aves (ZEPA). ¿Se puede ser reserva biosférica y al mismo tiempo seguir apostando por los combustibles fósiles, calentando el planeta y aniquilando a las hubaras?Pues sí. Y es que, en realidad, la Reserva de la Biosfera no es sino una marca, un logo que se venderá en dos apetecibles mercados. En el exterior la marca servirá para vender el producto "Fuerteventura" en los mercados turísticos. De hecho, la primera presentación pública (aun antes de la declaración formal de reserva) fue realizada en la Feria Internacional del Turismo (FITUR) de este año. Y, más recientemente, la Reserva de la Biosfera de Fuerteventura, ha sido incorporada como nuevo miembro de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Como bien manifestó la consejera de Medio Ambiente (y obras públicas, o algo así) del Cabildo majorero, esto "significa que Fuerteventura cuenta ahora con un nuevo valor añadido, que a nivel turístico puede abrir nuevas perspectivas de cooperación e interesantes oportunidades de colaboración con otros miembros de este prestigioso organismo". Como diría Groucho Marx, "nunca sería miembro de un club que admite a gente como yo."
[Mira que es paradójica la clase política canaria. Sin duda, el dinero es su única Patria. ¿Donde escondieron la bandera nacional cuando les visitó el rey de España?]
Pero existe otro mercado, el interior, el que incide en la opinión pública isleña. En eso, hay que reconocerlo, Asamblea Majorera - Coalición Canaria es especialmente eficaz. Cuenta, claro está, con la ayuda indispensable de los medios de comunicación oficiales que se brindan a realizarles los publi-reportajes que necesiten. Tal es el caso de la joya de la Reserva de la Biosfera, el plan de reintroducción de la Tortuga Boba en las costas majoreras, puesta como ejemplo de la labor verde del Cabildo insular. Tan baratos deben de andar los títulos honoríficos y los planes institucionales que han conseguido sacar adelante un proyecto de re-introducción de una especie que jamás ha estado introducida. Como bien ha explicado hace poco Aurelio Martín, profesor de biología animal de la ULL: "Es ilógico desde el punto de vista de la conservación que se introduzcan tortugas para restablecer un núcleo reproductor donde no lo hubo." Bajo la estrategia del lavado verde que significa la declaración de Reserva de la Biosfera se organizó un semanario la semana pasada en los Hoteles Elba del Castillo, un popular escenario para que la ciudadanía no pueda participar. Pero la prensa sí. El director de la Conferencia, Antonio Serrano, en una entrevista concedida a Canarias 7, manifestó que "la Isla puede ser autosuficiente con energías sostenibles y que el proyecto de agujerear Tindaya es compatible con la Reserva ya que cuenta con una declaración de impacto ambiental". Este hombre, en su momento mano derecha de la ex ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona, no se ha enterado que el futuro energético de Fuerteventura es una central térmica en una ZEPA; ni que las declaraciones de impacto ambiental las hace la Consejería Berreliana de Medio Ambiente y las aprueba la misma Consejería. Hasta feo sería que no se aprobaran a sí mismos. Da igual: Conferencias, tortugas bobas, OMT o FITUR forman parte del mismo conglomerado, ese que ha encontrado en el lavado verde la manera de cruzar de Corralejo a Morro Jable en una autopista para que el capital circule más rápido de sus bolsillos a sus bolsillos. Es lo que tienen los clubes selectos y reservados.
Jesús Giraldez.