Tamaimos. El partido político Alternativa Nacionalista Canaria (ANC) ha tenido la iniciativa de promover un Carnet de Identidad Canario. Ésta es la información que circula por las redes sociales, como seguramente ustedes también sabrán. A partir de ahí, la iniciativa no ha dejado indiferente a nadie. En los sectores nacionalistas se ha saludado el gesto casi con euforia. La reacción entre los sectores de fuerte sentimiento de pertenencia española, especialmente entre los seguidores del pensamiento políticamente correcto que atribuye al nacionalismo canario males equiparables a calamidades como las pandemias o las catástrofes naturales, ha sido furibunda. El arsenal de tópicos empleados como artillería es considerable. Vayan algunos ejemplos literales. En primer lugar, “pues yo quiero un carnet de identidad del Sureste grancanario”. Pues tampoco le veo inconveniente si hay gente que le da por ahí. Suerte con la iniciativa. También, “esto es como la cruz de la iglesia, otro símbolo, otro control más,…”, como si el carnet canario fuera obligatorio como sucede con otros documentos, cuyo papel controlador no se suele denunciar con igual insistencia. Tampoco se alude a qué sucede en países como el Reino Unido o la mayor parte de los Estados Unidos -no así en todos ellos- donde no hay Documento Nacional de Identidad. ¿Son sociedades más libres que la nuestra? Otra perla, “no se admiten tasas inferiores al 50 % de genes en el ADN…”, atribuyendo medio en broma, mala, medio en serio, al dichoso carnet un supuesto intento de control genético, que obviamente no tiene ni puede tener. Ahí está el nivel del debate. En el subsuelo. Vaya por delante que yo veo con simpatía la iniciativa. No se trata de suplantar el carnet español, el único que tiene validez legal, aunque seguramente a mucha de la gente que solicitará el carnet canario le gustaría. A mayor abundamiento, un partido político no puede expender algo así como un carnet de identidad legal. Como mucho podrá poner en circulación este tipo de documentos como forma de extender sus propuestas entre la población. Entiendo que la idea es que las gentes que tienen un sentimiento de pertenencia exclusivamente canario, o más canario que español, puedan disponer de este documento, sin validez legal real, como objeto simbólico que alude a una determinada concepción sobre Canarias. Se podría formular así: “Para nosotros Canarias es nuestra nación y como sucede en todas las naciones del mundo, sus ciudadanos tienen un documento identificativo que acredita su pertenencia a la misma. Para nosotros España no es nuestra nación y no nos sentimos representados por un documento identificativo español”. Y todo esto en el plano de lo simbólico, sin ninguna utilidad real. En ese sentido, no tiene mayor peso que una camiseta, una pegatina, un poster,… o cualquier otra de las múltiples formas que tienen los ciudadanos de exteriorizar sus ideas políticas, musicales, generacionales,… El “éxito” de la propuesta parece radicar más en su novedad que en su efectividad. Sorprende tanta acritud en las filas del pseudo progresismo, que correría a sacarse un carnet europeo si lo hubiera,… ¿Quiénes son los fundamentalistas, los que niegan el derecho de la gente a expresar libre y pacíficamente sus opiniones? ¿Qué daño les hace el carnet que cada quien lleve en su cartera, ellos “tan enemigos de pararse en cuestiones como la identidad”? ¿Por qué se han puesto tan nerviosos con este asunto?