30/8/12

Canarias: cuando la salud no es prioridad

Un estudio del Grupo de Investigación en Medio Ambiente y Salud y del Servicio de Toxicología Clínica y Analítica de la ULPGC confirma el nivel de exposición de la población canaria a contaminantes tóxicos nocivos a través del consumo de leche.

Arturo Borgues Álamo*. Acaban de resaltarse por algunos medios de comunicación de nuestras islas los resultados del estudio del Grupo de Investigación en Medio Ambiente y Salud y del Servicio de Toxicología Clínica y Analítica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), publicados en un artículo científico en la revista internacional.

Chemosphere que confirman el nivel de exposición de la población a contaminantes tóxicos nocivos a través del consumo de leche. Esa era la hipótesis planteada, tras estudios anteriores de los mismos investigadores que detectaron residuos tóxicos en elevados niveles en un porcentaje relativamente alto de la población, que la leche fuera una de las mayores fuentes de exposición a estos compuestos dada la importante ingesta láctea de la población canaria.

Anteriormente, de los compuestos estudiados, en el caso de los plaguicidas organoclorados observaron los valores medios detectados en la población canaria de la carga total de DDT y concluyeron que los niveles de esta población (370 ng/g de lípidos) son similares a los que se han descrito en poblaciones europeas o norteamericanas. Lo preocupante es que los niveles del derivado DDE indican una exposición crónica a través de la alimentación o el medio ambiente. Igualmente preocupantes son los datos referentes a los compuestos no derivados del DDT ya que los niveles encontrados en la población canaria indican un elevado grado de contaminación por endrina y lindano.

Estos compuestos, especialmente el DDT, podrían estar llegando desde el continente africano; por ejemplo, este insecticida se sigue empleando en Marruecos. Esta posibilidad de contaminación aérea existe y ha sido confirmada por diversos autores en otros lugares del planeta.  

También por intereses económicos de la oligarquía canaria, con la destrucción masiva de suelo agrícola, a lo que se añade que a través del Régimen Especial de Abastecimiento (R.E.A.) además de condenar a la ganadería canaria a su progresiva desaparición, anulan la soberanía alimentaria, importándose grandes cantidades de alimentos, animales o vegetales, incluidos de países africanos, asiáticos y latinoamericanos donde aún está permitido el uso de los mencionados plaguicidas. 


Otra posibilidad es la existencia de un elevado grado de contaminación del suelo y acuíferos de las islas por estos plaguicidas, como consecuencia de su desmesurado uso en décadas pasadas. Y no podemos obviar el uso generalizado actual del glifosato, herbicida total, no selectivo, de amplio espectro, que mata las plantas debido a que suprime su capacidad de generar aminoácidos aromáticos.

Las Islas Canarias, como todas las islas volcánicas, presentan unas características geológicas (escasez de materia orgánica) que facilitan la contaminación del suelo y aguas. Esta contaminación puede tener efectos adversos sobre la salud, por tanto, situaciones como la descrita para la población canaria constituyen un problema de salud pública. Así el DDT, su principal derivado, el DDE, la aldrina y la dieldrina son contaminantes de reconocida actividad estrogénica. Según la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer la mayoría de estos compuestos son sustancias posiblemente o demostradamente carcinogénicas. También son obesogénicas, pudiendo contribuir a la especial relevancia de la obesidad en Canarias.

Otros compuestos son los productos industriales, los bifenilos policlorados que han tenido múltiples utilidades como aislantes en condensadores y transformadores, las dioxinas y los furanos que se producen en la incineración de residuos, en la industria metalúrgica, en la fabricación de cemento, en la combustión de madera en calderas domésticas, etc., son mutagénicos, carcinogénicos, teratogénicos y obesogénicos. La exposición crónica a estos compuestos se ha relacionado con diversos tipos de cáncer dependientes de estrógenos, como el cáncer de mama. Precisamente, las Islas Canarias tienen una de las cifras más altas de incidencia y mortalidad por cáncer de mama y, especialmente en Gran Canaria, la situación es muy preocupante. Como problema de salud pública, precisa un sistema de vigilancia y evaluación del mismo, así como una profundización en el estudio de los efectos en la población expuesta.

Todos los factores de riesgo señalados deben ser abordados mediante las correspondientes políticas preventivas que actúen sobre las causas últimas de los mismos, en absoluto ajenas al sistema económico, social y por tanto político que rige nuestras vidas: el sistema capitalista y su específica concreción en nuestras islas. No podemos olvidar que la enfermedad es una categoría social y política impuesta sobre la gente con una enorme presión social y económica de dicho sistema que es una de las mayores fuerzas en el mundo que causa enfermedad y muerte.

Por una Ley Canaria de Salud Pública

Por eso es fundamental la intervención mediante la necesaria Ley Canaria de Salud Pública que articule los principios de "Salud en todas las políticas" que se desarrollan en el citado contexto, así como de "Evaluación del Impacto en Salud" de dichas políticas, incluidas, por supuesto, las que hacen referencia a los sectores agrícolas y ganaderos, soberanía alimentaria, R.E.A. y actividades de importación de alimentos.  Se precisa acabar, con la falta de control sobre la presencia de residuos tóxicos que ha hecho posible que los alimentos se hayan convertido en una fuente notable de aquellos para la población de estas islas. Se precisa en suma que la Salud Pública sea una auténtica prioridad y no una figura decorativa a la que la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias no llega a dedicar ni siquiera un 1% de su presupuesto.

 Y se precisa ir más lejos, superar un capitalismo que movido por el acicate de la máxima ganancia depreda la biosfera y avanzar hacia un modo de producción ecológicamente compatible con La Salud. 



(*) Arturo Borges Álamo es médico y miembro del Foro Social Canario por la Salud y la Sanidad Pública. Artículo publicado en Canarias Semanal.