25/1/10

Terrorismo mediático

Francisco González Tejera, una de las víctimas del linchamiento mediático de la prensa española en nuestro país, comparte con la opinión pública el escarnio que sufre tras la represión mediática. Desde este blog todo nuestro apoyo.





Imaginate que un día por asistir a una conferencia donde se habla de la realidad de un pueblo en lucha, aparezca un año después tu nombre publicado en la primera página de un periodico de gran tirada. Que el "Gran Hermano" disfrazado de pseudoperiodista o espía a sueldo, le de por publicar tu nombre, tu lugar de trabajo, tu ideología o lo que ellos creen que piensas. Imaginalo por un momento y que luego al poner tu nombre y apellidos en google aparezcas asociado a una banda armada, que grupos de neonazis, de policías, de seguratas y ultras, debatan sobre ti en sus foros sobre la mejor forma de asesinarte, de ir a por los tuyos, a por tu familia. Imaginalo solo un ratito y te sentirás como ahora nos sentimos un grupo de compañer@s que hemos sido gravemente injuriados por dos periodistas que prefiero no nombrar en mi blog, no por miedo, sino porque sus nombres ensuciarían un espacio que pretendo sea bello, pacífico, ecologista, antiglobalizador y solidario.



Se supone que vivimos en una democracia, donde cada cual teóricamente se puede expresar libremente, existiendo el derecho a reunirse con quien uno quiera, asistir a cualquier evento o conferencia de organizaciones legales. Este supuesto ya me hace pensar seriamente que vivimos en una democracia vigilada, donde oscuros personajes espían la vida de los otros, siniestros pseudoperiodistas vendidos al mejor postor, sin escrúpulos para desprestigiar, calumniar, difamar a personas que lo único que hemos hecho en la vida es luchar pacíficamente por un mundo mejor posible.



Me cuestiono también donde está el verdadero terrorismo, en las muchas formas de matar, de perseguir, de etiquetar, de colocarte una diana en la frente ante los fascistas e intolerantes. Creándote gravísimos problemas en tu trabajo, en tu entorno más cercano, haciendo que tu vida y la de tu familia peligre gravemente, colocando tu nombre, apellidos y lugar de trabajo en los mismos foros de Internet donde se ha defendido y se defiende el asesinato del joven Carlos Palómino a manos de un nazi en la estación de metro de Legazpi en Madrid.


Toda esta situación generada desde mentes enfermas, cuyo único objetivo al publicar nuestros nombres ha sido hacer mucho daño, llega al esperpento bananario al solicitarsele por parte de la organización ecologista a la que pertenezco una rectificación vía buro fax, amparada en la Ley de Prensa, comunicado que no solo no publicaron, sino que a los pocos días volvieron a sacar otros reportajes echando más basura sobre nosotros y nuestras organizaciones.


Ahora algunos de estos pseudoperiodistas siguen presumiento de progres y de defender causas nobles, sin quedarles ni un ápice de rubor para tener vergüenza, sin aparentemente ser conscientes del terrible daño que han hecho a nuestra imagen pública, a nuestro prestigio profesional. Situación que se ve agravada, en algunos casos, si estás en paro y tratas de buscar trabajo con este terrible estigma que nos han echado sobre nuestras cabezas y nuestro honor.


Ahora solo queda esperar, seguir luchando a pesar de que algunos quieran pararte, paralizarte con el virús asqueroso del miedo, hacerte girar la cabeza si vas solo en cualquier noche oscura, mirar de reojo el sillón de atrás si subes a tu coche. Preocuparte por los tuyos, por los que más quieres, ante lo que pueda pasar alentados por estos siniestros e indignos "profesionales" de la desinformación.


Como dijo Salvador Allende en su último discurso antes de ser asesinado por los fascistas, "la historia es nuestra y la hacen los pueblos". Todo se colocará en su sitio inevitablemente y se sabrá toda la verdad más temprano que tarde. Algunos dormimos muy tranquilos cada noche y seguimos, seguiremos soñando con un mundo más justo y solidario.


Autor: Francisco González Tejera de su Blog Viajando entre la tormenta.