27/12/12

El cuento al revés



Juan José Martínez Díaz. DA. Es frecuente que en el debate político surja la balanza fiscal como un elemento de polémica, de injusticia en la distribución territorial de los recursos públicos o, en el caso de Canarias, como una expresión más del esfuerzo del Estado español para con su territorio más alejado. Aisladamente, la supuesta generosidad fiscal del Estado para con Canarias puede ser un argumento defendible, aunque con muchas matizaciones, y habría que considerar dónde se declaran las rentas generadas en Canarias por empresas con sede fiscal en la Península, y qué efectos fiscales se declaran en Madrid, Barcelona, Bilbao etc… Para que fuera un análisis adecuado tendríamos que considerar dónde se genera la riqueza y diferenciar la distorsión que implica declararla a efectos fiscales en un territorio distinto. En cualquier caso, hay flujos económicos interterritoriales mucho más relevantes. Una simple aproximación a la balanza comercial de Canarias pone en evidencia la magnitud del impresionante mercado que el Archipiélago supone para las empresas radicadas en el resto del país. Canarias importa de España dos tercios de todas sus importaciones alcanzando un valor de 9.346 millones de euros en 2011, prácticamente las mismas cifras que en 2010. Las exportaciones de España a Canarias suponen un valor equivalente a lo que exportó en 2010 a EE.UU. y China juntos. Canarias es el sexto cliente mundial de España, si fuera considerada un Estado. Por el contrario, Canarias exportó en 2011 al resto de España por valor de 977 millones de euros, un descenso del 23% sobre el año pasado en un contexto en que el conjunto de las exportaciones del archipiélago creció el 3,3%. Estos datos determinan una tasa de cobertura del valor de las exportaciones canarias con respecto a las importaciones del resto de España de solo el 10% frente al 23% de media. Canarias ha ido reduciendo paulatinamente el peso específico de sus exportaciones a España diversificando sus clientes principalmente hacia el resto de países de la UE y África. Por contra, las importaciones del resto de España han ido ganando una prevalencia cada vez mayor en paralelo a la toma de control de empresas canarias por empresas del resto del país en sectores estratégicos de la economía canaria, siendo las dos cajas canarias el último episodio de este proceso.
Más del 90% de lo consumido en nuestro país entra
en barcos por nuestros puertos.
Canarias es un mercado excepcionalmente importante para el resto de España. Si descontáramos el efecto de las importaciones de combustibles, el peso específico del consumo de mercancías con procedencia del resto de España en Canarias es abrumador. El elevado peso específico de productos de España en la composición del déficit comercial canario solo se explica por la pertenencia al Estado español, por el modelo de relaciones económicas consolidado entre el resto de España y Canarias, por el control de los canales de distribución y todo tipo de mecanismos disuasorios y barreras de entrada, formales o no, a otras fuentes de aprovisionamiento. En ningún caso se explica por una mayor competitividad de los productos españoles. Si fuera así, España ocuparía las primeras posiciones en el ranking de exportadores mundiales. Una situación completamente opuesta a la de comunidades autónomas como Cataluña, para la que el resto del Estado supone, con diferencia, su principal mercado. Se puede plantear que es una situación normal al pertenecer a un Estado, que no es posible establecer equilibrios de esta naturaleza entre regiones o nacionalidades pertenecientes a un mismo Estado. Es discutible, pero aún dando este argumento por válido, lo cierto es que el mensaje que durante generaciones se ha transmitido a los canarios es el contrario, que somos dependientes para todo del Estado español, cuando en realidad estamos ante una variante del modelo de relaciones económicas extractivas centro periferia. Basar el debate del coste fiscal de Canarias para el resto de España en las partidas asignadas anualmente en los Presupuestos Generales del Estado o en el cumplimiento de la inversión media estatal contemplada en nuestro Régimen Económico y Fiscal (REF) es absolutamente insuficiente e injusto en términos políticos, económicos y sociales, si no ponemos en contraposición el gran mercado que supone para España Canarias y la transferencia de rentas que esto supone muy superior al retorno que se genera en sentido inverso.
Cultivos abandonados serán pasto de la especulación
urbanística revelando un riesgo alimentario futuro.

 Con este escenario no es difícil deducir dónde están los intereses para que Canarias siga teniendo una tasa de autoabastecimiento tan baja, para que tengamos tantas dificultades para modificar un REF que realmente estimule la producción propia y reduzca nuestra dependencia exterior, para que en definitiva Canarias aproveche las posibilidades de su mercado interior (con mayor capacidad de compra que el de cinco estados miembros de la UE) y su tan ansiada proyección exterior. Para que, en definitiva, Canarias siente las bases de un desarrollo económico equilibrado basado en un sector primario con un gran potencial de incrementar nuestra tasa de soberanía alimentaria, de autoconsumo, con un sector industrial mucho más potente y con un sector servicios diversificado que vaya mucho más de nuestra especialización en materia turística. Es posible, y las claves pueden estar en reformas de profundo calado y un cambio radical de estrategia en la definición de nuestro Régimen Económico y Fiscal.

Autor: Juan José Martínez Díaz (economista)