Josemi Martín. Tamaimos. La
tesis de que “ante intereses contrapuestos de España y Canarias, España siempre
apostará por los suyos propios” aparece bien documentada en el fantástico
ensayo Entender
Canarias, del
periodista grancanario José Agustín Alemán. Muchos son los ejemplos históricos
que allí se citan para apoyar la citada tesis. Uno especialmente relevante, a
mi juicio, es el que trajo como consecuencia la retirada de la flota pesquera
canaria del banco canario-sahariano. Adolfo Suárez impuso
los intereses nacionales -o sea, los intereses nacionales españoles- y hoy
somos extranjeros en nuestras propias aguas.
Quienes
todavía lean El País podrán
encontrar otro ejemplo jugoso de esto que les digo en el editorial del domingo, 16 de agosto de 2014, titulada “Sondeos
justificados”. Uno no espera de la prensa, de los medios de
comunicación, objetividad y afán por conocer y divulgar la verdad, todo sea
dicho. Ésos son ejercicios que los buenos periodistas ejercen a pesar de los
consejos de administración de sus respectivas empresas y los capataces que
enseñorean por las redacciones y estudios. Sin embargo, la desvergüenza del
editorial con que nos obsequia el periódico de cabecera del grupo PRISA supera
con creces los límites de lo que venía siendo acostumbrado en la prensa de la
metrópoli.
Molesta
mucho, según parece, el que el “trato colonial” que El País tilda
de “afirmación falsa y demagógica” esté ahora en boca de todos, también del
presidente de nuestro Gobierno, contra el que se carga especialmente en esta
pieza, olvidando convenientemente que la postura del PSOE canario es idéntica.
Denunciar la impresentable jerarquía antidemocrática entre metrópoli y colonia
no resulta de buen gusto para según quiénes. Sin embargo, ¿cómo habría que de
ser calificada entonces una decisión que ha sido tomada en contra de la
práctica totalidad de las instituciones de las islas, su sociedad civil,
organismos internacionales del ámbito medioambiental y científico, etc.? No se
puede decir que haya sido precisamente un ejemplo de respeto a la voluntad
popular. El matiz colonial viene además dado por la escandalosa diferencia de
trato que el Gobierno de España da al archipiélago balear frente a las Islas
Canarias. Otra vez los intereses contrapuestos entre España y
Canarias. ¿Por cuáles va a
apostar este gobierno y este ministro que no hace sino presionar a Repsol para
que lleve adelante este proyecto de nimio interés para la multinacional? ¿Cómo
se puede enmascarar que las mismas razones ambientales o de conveniencia para
el sector turístico que se usan para impedir las prospecciones en Baleares, de
repente no tienen la más mínima importancia en el caso canario? ¿Por qué se
oculta que los sondeos tendrían lugar en aguas que no son de soberanía
española? Nada de esto se dice en la editorial deEl País. Pocos silencios resultaron tan reveladores.
Si
ese párrafo es tremendamente ilustrativo, no deja de abundar el siguiente en la
conveniencia de que España “inventarie” unos improbables recursos -a tenor de
lo ocurrido con las exploraciones marroquíes- como si no se supiera que la
legislación actual concede automáticamente los derechos de extracción a quien
haya realizado los sondeos. Pareciera que Antoni Brufau es el Comandante Jacques Cousteau, movido exclusivamente por conocer las riquezas del
medio marino, sin ningún interés crematístico. Se alude de manera tramposa a
las dificultades energéticas de España pero ni se menciona, porque no interesa,
que ésos no son los problemas de Canarias, que tiene un vastísimo campo de
desarrollo en las energías renovables y que no necesita que una multinacional
perfore en sus aguas. No son nuestras necesidades ni nuestros problemas. Le
deseamos a España la mejor de las suertes a la hora de resolver sus límites en
el campo de la energía pero, ¿por qué eso se tiene que hacer a costa nuestra?
Dicho de otra manera: los problemas energéticos de España no los va a resolver
una multinacional perforando en nuestras aguas y los de Canarias, los
resolveremos nosotros tan pronto tengamos la soberanía necesaria para poder
hacerlo y cambiar la infame legislación anti-sector renovables del ministro
Soria.
Por
último, quieren los editorialistas de El País terminar
con una nota de sensatez estudiada, aludiendo a la necesidad del diálogo entre
Repsol y las autoridades locales. O sea, accionistas de una multinacional
tratando de “convencer” a representantes elegidos por las urnas. Ése es el
concepto de democracia que defiende por lo visto El País. Así
las cosas, es obvio que no podemos juzgar a esta publicación por hacer
periodismo sino por mostrarse definitivamente como lo que siempre fue: un
panfleto al servicio de los intereses del poder económico allá donde éste se
manifieste. Acaso sea esta verdad incontestable, junto con el recurrente
desprecio colonial, la mejor enseñanza que los canarios podemos extraer del
editorial de El País.
El PP defendiendo el medio ambiente y el turismo de SU PAÍS: