Urticaria es lo que parece haber provocado en algunos compañeros la manifestación que en Aguere se ha convocado por el independentismo que se reclama “de izquierdas”, así en plural, porque “las izquierdas” no son tan uniformes como “la derecha”. Es una urticaria maligna para la que no basta con rascarse. Hacía largos años que el independentismo canario no bullía de esta forma. Pensaba que los días de plomo y vergüenza, en que al discrepante con la línea “oficial” de una independencia sin sentido de clase y sin propuesta política para la etapa posterior, se le acusaba de todos los males que la propia estructura del independentismo aclasista generaba, y se pasaba rápidamente a calificarlo como “españolista”, “policía colonial”, “elemento a sueldo del colonialismo español”, “creadores de confusión entre los patriotas” o, simple y llanamente como “traidores a la patria” habían, felizmente, pasado. Me equivocaba. Han vuelto centuplicados. Ahora somos otra vez la izquierda el enemigo a batir, no el colonialismo, y de nuevo leemos en prensa escrita y digital todos esos epítetos -y algunos más- dirigidos a una izquierda nacional canaria que, por cierto, en su lema “Independencia y Socialismo” pone bien a las claras cual es el orden en que se han de resolver las contradicciones que soporta nuestra sociedad colonizada. La Independencia es condición “sine qua non” para alcanzar el socialismo por lo que, luchar por un socialismo democrático y liberador, presupone luchar porque esa liberación sea a la vez individual, como personas, y colectiva como pueblo canario.
Ahora se ha llegado al absurdo ideológico de considerar que las posiciones erróneas, procolonialistas y, por lo mismo, reaccionarias, de partidos de izquierda europeos, como fueron los partidos socialistas y comunistas franceses y españoles metropolitanos, son el método de actuación de las izquierdas nacionales ante las dominaciones coloniales. Se aducen para ello las experiencias históricas de las independencias norteafricanas, olvidándose de que todas las subsaharianas y del sudeste asiático han tenido un profundo sentido de clase aunque, en muchas de estas naciones, ni siquiera se trataba de un proletariado casi inexistente, sino de una clase dominada y explotada. ¿Por qué no releemos –o leemos, en muchos casos- los planteamientos políticos de Amílcar Cabral, Tomás Sankara, Samora Machel, Patricio Lubumba, Julius Nyerere, Jomo Keniata, Sekú Turé, N’Kruma…..? Encontraremos que la mayoría de esas independencias subsaharianas, al contrario de las norteafricanas, tenían un marcado sentido socialista, de un socialismo no dogmático y acoplado a la realidad africana, que tuvo que plantearse en un momento histórico en que la llamada “Guerra Fría” entre las dos grandes potencias USA vs URSS –que obligó a la aparición del “Movimiento de los No Alineados"- y la nula colaboración de las élites de las incipientes burguesías autóctonas objetivamente procolonialistas –como las nuestras-, frustraron un posterior desarrollo de ese socialismo africano. ¿Por qué todos estos “historicistas” del interclasismo no se fijan también en el caso de las independencias latinoamericanas que, hoy, doscientos años después de alcanzadas de la mano y la dirección de las burguesías criollas siguen siendo, en muchos casos, esas burguesías los mayores depredadores de sus clases populares?
De todas formas hoy no voy a entrar en debates ideológicos, porque nadie ha presentado argumentos objetivos en defensa de posiciones interclasistas. La mayoría se han limitado al insulto burdo, incluso por parte de los que era esperable una mayor madurez política y personal. Alguno tacha a toda la juventud independentista de estar a sueldo de partidos comunistas exógenos o luchando por míseros puestitos administrativos o, peor aún, de simples ladrones. Yo tengo suerte. Soy solo un “viejo divisionista” que con otros iguales llevamos “40 años peleándonos para liderar el servicio de paralización de la Nación Canaria con su ideología importada”. Lo de viejo es correcto, aunque pertenezco a un pueblo, el canario, que siempre ha estimado a la edad y a los años de lucha como un factor positivo, aunque parece ser que hoy hay quienes ya no lo valoran así. Lo de los “40 años” se queda corto y en cuanto a lo de “líder” está totalmente descaminado. Nunca he pretendido liderar nada y solo cuando las circunstancias lo han requerido he ocupado puestos de responsabilidad. Además, a estas alturas, tras más de una década de retirado de la militancia partidaria, y dedicado solo a expresar mis ideas como contribución a la lucha, parece ridículo meterme en ese saco.
De todas formas, y a pesar del evidente “animus injuriandi”, es una realidad que no todo el que quiere puede insultar, y mucho menos en política donde la dualidad de ofensor/ofendido solo nubla la razón e impide cualquier debate productivo entre posiciones divergentes. Ni siquiera un desconocido poseedor de una solitaria neurona oligofrénica, que propone nominar como Plaza Roja del “Camarada Francisco Javier” a la todavía Plaza de la Concepción lagunera ha logrado provocar otra cosa que mi hilaridad gratuita, buen remedio para elevar el tono anímico. Por ello me abstengo de contestar en igual tono. También me abstengo hoy de establecer razonamientos políticos. Dejo para otro día, cuando se hayan serenado algunos ánimos hoy exaltados,el momento de debatir sobre y entre las dos vertientes del independentismo canario, la interclasista y la de la izquierda nacional, ambas merecedoras de mutuo respeto. Estoy seguro de que por la izquierda no faltará ese debate. La izquierda es siempre dialogante. La “Potesta sine auctoritas” es propia de las religiones.....y de la derecha.
Toda esta parafernalia fascistoide ha surgido por la convocatoria,desde organizaciones de la izquierda juvenil canaria, de una manifestación en el Día de la Bandera Nacional separada y diferenciada de la pretendidamente unitaria. Yo opté por apoyar a la que se celebra en Aguere por la Independencia y el Socialismo. Cuando lo hice sabía –no en vano muchos años de lucha enseñan a uno- que la permanente tendencia al despellejamiento y la cruxifición del discrepante, a la que es proclive una buena parte de nuestros compatriotas como hijuela de nuestro síndrome del colonizado, iba a surgir con fuerza y saña, aunque presumía también que algunos veteranos luchadores estaban ya vacunados contra ese síndrome y me equivoqué, pero aún así lo asumo como parte del precio a pagar por pensar por cuenta propia.
Hoy, mi única desazón es que probablemente, por cuestiones de índole personal, no pueda estar mañana en Aguere. De todas formas, si así fuera, mi ausencia física se compensaría con mi apoyo moral y anímico. Mi pensamiento estará en ese caso junto a los compañeros que allí se manifiestan por una Canarias Independiente y Socialista.
Gomera 22 de octubre de 2010. Día de la Bandera Nacional
Francisco Javier González