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6/7/10

Aquello que alguna vez hicimos de niños

En estos últimos días, he estado visionando cintas antiguas de reuniones familiares. Al verme de chinijo, he deseado volver a esa edad. Durante esa época, no tenías preocupaciones, no molestabas a nadie con tus comentarios, no tenías conciencia de nada, animabas a la selección española en todos los deportes, querías ser norteamericano, guapo e ir a la Universidad para ligar con muchachas rubias y con buen cuerpo…

[Fíjense en la pantalla rodeada de propaganda institucional de Ayuntamiento de Las Palmas de GC, gracias Momo]
Todo era mucho más fácil. Los impedimentos morales y el intento de mantener unos principios y una coherencia en tus actuaciones, no existían en esta fase de la vida.

Luego reflexioné. Me di cuenta ante el actual panorama de forofismo futbolístico nacionalista, en plena época de recortes sociales y laborales, que dicha actitud la hace suya mucha gente. La actitud infantil y acrítica del común de este pueblo, se hace presente en las quedadas rojas, en los gritos en los bares, en el alzamiento de banderas rojigualdas. Es una nueva forma de volver a la niñez, de olvidar todos los años vividos, para dejarse llevar por la corriente que imponen los medios de comunicación y las instituciones.

Tras esta reflexión, me arrepentí de querer retroceder y seguidamente, todo lo que tenía en la retina me dio un sentimiento de vergüenza ajena. Pongámonos en la piel del individuo que acude a estas citas futboleras: está apoyando que le roben de sus impuestos para que le paguen 600.000 euros a cada futbolista de la selección si gana el Mundial. Si le preguntamos que tire 20 euros cada día, por cada día que dura el Mundial, ¿lo aceptaría? Aparte del aporte económico, está hipotecando su futuro laboral, mirando a Villa, Casillas, Iniesta y compañía, mientras le endosan una reforma laboral que le denigra aún más los derechos laborales. ¿Qué respondería uno de estos aficionados ante la propuesta de permitir que le echen del trabajo por muchos menos dinero de lo que le despedían anteriormente? ¿Qué diría, si le comento que si su empresa le da por decretar seis meses de pérdidas, lo puede echar, siendo dicho despido procedente? La actitud adulta sería oponerse. La actitud infantil, dejar que los demás les saquen las castañas del fuego.
"Muchas y muchos de estos hooligans colorados, se sienten como niños buscando un norte, algo que les represente, algo que les haga sentir orgulloso, aunque les sea ajeno."

Recordé mi postura identitaria, cuando no era más que un niño. Yo era lo que decían mis padres, el colegio y la televisión. Veía que mis padres me daban cierta cultura canaria, totalmente despolitizada. Todo eso se diluía cuando encendía la televisión y atendía a la profesora en el colegio. Allí existía un marco constitucional, allí existía un país, allí existía una cultura… Esa era mi cultura, la “roja”, utilizando este neologismo, quizá oportuno por la sangre derramada en el pasado por la bandera que se enarbola. Ahora me molesta haber pensado así y eso me genera un sentimiento de rebeldía. Aquellos que olvidan el genocidio a su pueblo, la orientación de nuestras riquezas para beneficiar intereses extranjeros o la vulneración de cultura e identidad, probablemente siguen pensando como niños. Estancados en la niñez de aceptar las cosas como vienen y no ser capaz de adquirir una actitud lo suficientemente crítica como para levantarse, reclamando un lugar en el mundo. Muchas y muchos de estos hooligans colorados, se sienten como niños buscando un norte, algo que les represente, algo que les haga sentir orgulloso, aunque les sea ajeno.

Una cosa que me enseñaron de niño es respetar a todos mis semejantes. Es lo que intento hacer, aunque determinadas actitudes me provoquen repudio. Pero parece que a muchos de estos niños grandes esto, o no se lo enseñaron o las malas influencias le han dicho que no tienen que respetarlos. La actitud acertada y normal es animar a “tu selección”, “al país que pone en tu DNI”, como si el DNI fuera un contrato consensuado. Pero no creo que sea coherente exigirle nada a un niño absorbido y robotizado por un gran titiritero que lo maneja desde lo alto. Que pase este Mundial y que sea cual sea el resultado, aquellos que hoy están ensimismados con “la roja”, recuerden aquella postura que adquirieron cuando sólo eran niños.