Todos sabemos lo difícil que es captar la atención de un niño, sujetar sus ojos a nuestros labios, contener su respiración un momento tan solo. Pepa Aurora lleva una vida consiguiéndolo, hipnotizándolos y hasta prestándonos sus poderes hipnóticos, a través de sus libros. Pero nunca se limita a entretenerlos, a divertirlos: busca tocar sus almas, despertar su imaginación, hacerles mirar con ojos nuevos cuanto les rodea, hacerles identificar palabras y cosas que son nuestras desde hace siglos, inocularles la tolerancia y la bondad, su tolerancia y su bondad, contagiarles el respeto al diferente, el amor a la naturaleza, a la justicia; empujarles a ser mejores, a ser más nuestros. Y eso, durante treinta libros, cientos de charlas, miles de horas de clase. Y eso, con la constancia del callado heroísmo cotidiano, con la deslumbrante humildad de su grandeza, sin gestos forzados ni palabras altisonantes, con el lenguaje nuestro de cada día.
Necesitamos que sigas embrujando a nuestros niños con tus poesías, con las historias de morenas, gacelas, camellos, escarabajos, cangrejos y cigarras, tan diferentes de los cuentos de nuestra generación, que hablaban de brujas verrugosas que ordenaban arrancarles el corazón a desventuradas niñas, cuando no las envenenaban con manzanas, que engordaban a las criaturas para comérselas, que dejaban tieso y dormido a todo un país, sin necesidad de televisión, por no haberlas invitado al bautizo de una princesa medio bobática y algo drogata, que no paraba de pincharse con las agujas. Nos hablaban de niños minúsculos que se perdían en espantosos bosques y de malvados gatos con botas que engañaban, una vez más, a un pobre ogro de izquierdas, le bajaban el sueldo y terminaban tragándoselo con una reforma laboral.
No es raro, por tanto, que de esa generación aterrorizada saliera Pepa Aurora, para librar a nuestros hijos y nietos de tanta pesadilla. Nada tiene de particular que esta generación asustada nuestra se deje llevar a ratos por la magua, esa enfermedad del alma que padecemos los canarios casi desde siempre, causada por los sueños que no veremos realizados, por las esperanzas que no veremos cumplidas. Y entonces, maguados de cinco siglos, nos damos a pensar que también nosotros, los niños grandes, los niños viejos, necesitamos de tus historias. Necesitamos que nos cuentes que nuestros nietos van a vivir felices en un mundo mejor del que les estamos dejando, del que estamos dejando que otros destruyan para ellos. Necesitamos que nos cuentes que ellos no van a vivir la pesadilla de un mundo gobernado por delincuentes mafiosos disfrazados de mercados, aplastado por el miedo y la insolidaridad, machacado por autopistas y trenes y teleféricos y puertos y aeropuertos, un mundo de identidades arrancadas y barrancos alicatados, un mundo de deformes marionetas corruptas que intentan torpes juegos malabares con las palabras y las mentiras, el talento y el cemento, las protecciones y las desprotecciones, el empleo y el desempleo. Necesitamos que nos cuentes que nuestros nietos viejos soñarán con nosotros, soñarán nuestros sueños jóvenes. Soñarán que hacíamos temblar de nuevo los barrancos entre cantos de amor y libertad. Soñarán que construíamos un mundo nuevo y nuestro, un mundo igual y de todos. Necesitamos que nos digas que ellos van a poder ser libres en una tierra libre, que van a vivir en armonía con sus islas, que van a recuperar paisajes perdidos, que van a poder tomar sus propias decisiones.
Pero no nos hagas caso, Pepa Aurora, solo es un ataque de magua. Sigue con los niños, con nuestros niños. Nosotros no nos vamos a rendir, no nos podemos dar por vencidos. Con la imaginación, que tú consideras un arma imprescindible para sobrevivir en el mundo actual, y con el optimismo de la voluntad, ganaremos al pesimismo de la razón. Queremos y podemos seguir imaginando mundos, construyendo realidades. Sabemos que no tenemos derecho a renunciar a sueños que no son nuestros, sino de ellos, de los que vienen detrás, de los que te escuchan, de los que se encantan contigo. Y seguiremos soñando y convenciendo y luchando, por ellos. Esta no es una noche de tristezas, sino de alegría, de fuerza y de magia. La voluntad, la fuerza y la magia que representa y condensa la añepa que hoy te entrega Solidaridad Canaria. Es una noche de bellas brujas buenas, de bondadosos ogros republicanos y de hermosos sueños recordados, revividos, renovados. Por eso estamos aquí, cerca del baladero donde unas mujeres, que unos llamaron monjas y otros quemaron brujas, contaban historias a los niños y a los grandes. Aquí, cerca de donde las harimaguadas hipnotizaban a nuestros abuelos con historias de diosas lunas y de dioses soles, de tierras lejanas y de tiempos añorados, de guanartemes y guayres, de baifas y perinquenes, de tajinastes y guaydiles. Aquí mismo, donde todavía resuenan en el aire las palabras que ya no entendemos, las alegrías que no compartimos, las historias que nunca llegamos a escuchar. Aquí, justo aquí, teníamos que encontrarte hoy, Pepa Aurora, y aquí queremos escucharte de nuevo, harimaguada, en esta noche mágica y calurosa, llena de sueños reafirmados.
Texto leído por FAUSTINO GARCÍA MÁRQUEZ durante el homenaje y la entrega de la Añepa de Solidaridad Canaria a la maestra y escritora Pepa Aurora.BIOGRAFÍA DE PEPA AURORA (Agüimes, 1946)
Josefa Aurora Rodríguez Silvera -Pepa Aurora- nació en Agüimes y se crió en la Villa de Ingenio. Escritora y narradora, ejerce la narración oral, que lleva también a la escritura de cuentos originales y basados en la tradición. ha llevado la poesía y el cuento a todos los rincones del país a lo largo de más de veinte años, unas veces en compañía de poetas como Francisco Tarajano, Pedro Lezcano, José María Millares, Cipriano Acosta, Domingo Velázquez..., y otras en solitario.
De profesión maestra ha dedicado más de treinta años a llevar el cuento y la poesía a los niños. Ha trabajado en diferentes proyectos pedagógicos y es autora de numerosos títulos de narrativa infantil y juvenil por los que ha recibido numerosos premios, además de tener publicados numerosos poemas en los libros de texto de Santillana Primaria.
Ha dirigido talleres de literatura infantil en la Escuela Universitaria de Profesorado de Las Palmas. En 1984 recibió el premio "Alhóndiga" a la mejor copla y en 1985 el primer premio de cuentos para niños "Memorial Anastasia del Pino". Desde 1990 (fecha en que se incorporó al grupo de narradores orales hispanoamericanos) se ha dedicado a recitar y contar historias a los niños en colegios, teatros, e incluso en algunas plazas públicas, no solo en Canarias, sino también en Latinoamérica. Como contadora de cuentos ha recibido en 1993 el máximo galardón que concede la Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica para Niños: el Chamán, pero realmente reconoce que le producen más satisfacción los reconocimientos públicos que le han dado que los premios. Durante una década trabaja en proyectos pedagógicos experimentales sobre la literatura infantil, y como resultado de ellos elabora un trabajo publicado con el título de El Tayero.
Entre sus obras tenemos Millo tierno, Papa Teide, Cuentos de misterio, brujas y miedos en un país sin luz, La isla de las ardillas y Los coquitos de mi Ingenio entre otros. En su obra habla mucho de las mujeres de Ingenio que «son las artífices de que el pueblo haya caminado gracias a su lucha contra la desigualdad, los hombres machistas y el alcohol». Realiza también reflexiones éticas en las que trata de influir a los niños en contra de la pobreza, injusticia, desigualdades, discriminación, etc. Su mensaje oral ha sido llevado por toda Canarias, por España (Madrid, Andalucía, Murcia...) y por Suramérica (Venezuela, Cuba, Colombia...). A pesar de no haber publicado ninguno, es escritora de poemas también, y divulga en su condición que la literatura es para ella una fuente de satisfacciones y una forma de liberarse de la depresión producida por sus desgracias personales y familiares. Innegable narradora oral, en sus narraciones utiliza un lenguaje cotidiano que contribuye a que los niños entiendan mejor todos sus mensajes y su lenguaje escrito está caracterizado por recursos literarios. En ambos, recupera el habla de los mayores y recupera los dichos populares. En noviembre de 2008 Pepa Aurora consigue dos premios internacionales.
Ya saben que libritos les pueden regalar a sus chinijos.